Pese a su frontal rechazo a la sublevación derechista, los líderes anarquistas no habían logrado lanzar operaciones bélicas en Aragón debido a la desorganización de sus propias milicias basadas en obreros y campesinos sindicalizados, carentes en su mayoría de instrucción y disciplina propiamente militares, con poco armamento ni blindados.
El ministro de defensa de la República, el líder socialista Indalecio Prieto, dio su aprobación al plan y su ejecución fue encargada al general Sebastián Pozas.
El estado mayor del bando sublevado se niega a movilizar unidades militares adicionales en la defensa de Huesca, al advertirse según informes locales que el ataque republicano es masivo pero muy desorganizado.
Pese a que los asesores soviéticos esperaban que las Brigadas Internacionales desarrollaran un papel principal cerrando el cerco a Huesca al tomar la localidad de Alerre, la confusión de mandos era muy grave.
En la madrugada del día 16 las tropas republicanas lanzan un nuevo asalto contra los pueblos de Alerre y Chimillas, pero el violento fuego enemigo que bate todo el terreno donde maniobran las hace retroceder.
Tuvo lugar en el clima de tensión posterior a los hechos de mayo en Barcelona, en un sector en el que abundaban las formaciones anarquistas, y en el que se encontraba la 29.ª División (la antigua División del POUM), con muchos hombres que habían participado en los combates de Barcelona del mayo anterior.
[3] Otro de los heridos fue George Orwell, que mientras era trasladado a retaguardia en un tren-hospital observó como llegaba otro convoy cargado con los interbrigadistas italianos Garibaldianos y eran recibidos efusivamente.