La ofensiva rebelde en el Norte llevó al gobierno republicano, presidido por Juan Negrín y con Indalecio Prieto como ministro de Defensa, a lanzar operaciones de distracción en otros frentes para demorar el avance rebelde.Un primer intento llevado a cabo en Brunete, cerca de Madrid, se saldó con una derrota republicana.Dada la debilidad militar de los sublevados en la zona, Quinto y Codo fueron las primeras poblaciones en caer.[8] Trueba Mirones lanzó varios asaltos contra Zuera pero no logró tomarla y, por el contrario, las líneas republicanas sobre el río Gállego comenzaron a estar seriamente amenazadas.[10] La resistencia de las guarniciones sublevadas sorprendió a las fuerzas atacantes, que contaban con las mejores tropas del Ejército popular y también con muchos de los más destacados y prestigiosos militares republicanos.[1] La aviación republicana, que en los primeros días contó con una clara superioridad aérea, no obstante, actuó de forma descoordinada con las fuerzas de tierra y tuvo en general una actuación deficiente.[8] Las tropas de la 45.ª División Internacional dirigidas por Emilio Kléber, llegaron a seis kilómetros de Zaragoza y amenazaron directamente la ciudad, pero no lograron lanzar un ataque contra ella.[7] Barrón dirigió el contraataque en la zona el Norte del Ebro,[7] rompiendo el sitio que se cernía sobre Zuera y logrando reconquistar todos los territorios que las tropas de la Agrupación A habían ocupado temporalmente.El fracaso creó una irritada controversia entre Prieto y el general Sebastián Pozas, a pesar de que oficialmente el Ministro de Defensa había mandado un telegrama felicitando expresamente al comandante del Ejército del Este.Sin embargo, otro telegrama le fue dirigido al general Pozas por el Ministro de Defensa, en el que le decía: Prieto en sus memorias atribuyó el fracaso a los manejos políticos y a la enorme cantidad de oficiales soviéticos que pululan en Aragón, tratando a los militares españoles como si fueran elementos colonizados.[16] Pero tanto Belchite como las otras poblaciones habían sido defendidas fuertemente por las fuerzas franquistas.La moral republicana, ya afectada tras los Sucesos de Mayo, volvió a sufrir un nuevo revés por el fracaso ante un fácil objetivo militar.