Movimientos sociales de 1968

[4]​ Existe una similitud no tan evidente con la Revolución Cultural china (estuvo dirigida desde el poder por el propio Mao, que dirigió una gigantesca movilización juvenil —Libro Rojo— contra sus enemigos dentro del aparato del Partido Comunista Chino) ya que los grupos occidentales pretendían inspirarse en ella.Sus reivindicaciones eran habitualmente poco evidentes: aunque se iniciaban por problemas concretos, se terminaban haciendo genéricas, demandando la solidaridad y conexión con otros grupos, transformaciones altruistas y universales o vagas propuestas de autogestión.Su protagonismo estaba muy disperso entre grupos atomizados de confusa identificación: distintos movimientos sociales (pacifistas, feministas, homosexuales, primitivos ecologistas, entre otros.[7]​ Los términos burgués, capitalista, empresario, patrón o incluso viejo, se aplicaban como insulto (no pocas veces junto al epíteto cerdo).Por otro lado, los dazibaos (murales inspirados en el ejemplo chino) o las pintadas callejeras se convirtieron en vehículos de expresión individual y grupal.Autores como: Noam Chomsky[12]​ (cercano al anarquismo y al trotskismo), Louis Althusser, Jean Paul Sartre[13]​ y Simone de Beauvoir[14]​ (cercanos al Partido Comunista Francés, del que en algún caso se acabaron distanciando[15]​), György Lukács y Lucien Goldmann (corriente denominada humanismo marxista), Marcuse, Adorno, Horkheimer, Habermas, los historiadores marxistas británicos (E. P. Thompson, Eric J. Hobsbawm[16]​) o Braudel, a los que hay que sumar el renovado interés por un filósofo de pasado polémico (cercano al nazismo) como era Martin Heidegger, o por una excéntrica tríada de rumanos exiliados de muy divergente trayectoria, pero amigos entre sí: Cioran, Mircea Eliade y Eugène Ionesco (uno de los cultivadores del teatro del absurdo, muy apropiado para epater le bourgoise —escandalizar al burgués—).[17]​ Podrían añadirse muchas otras figuras o corrientes, como las ligadas al psicoanálisis (Jacques Lacan, Erich Fromm).No hubiera sido adecuado a la naturaleza de los movimientos de 1968 que los padres ocuparan funciones rectoras: fueron líderes (aunque ellos mismos negaban cualquier condición dirigente) los jóvenes más carismáticos surgidos del propio movimiento estudiantil, como Daniel Cohn-Bendit (Dani, el rojo) o Rudi Dutschke.El propio Sartre reconocía ese protagonismo juvenil: Esa espontaneidad juvenil, y esas expectativas utópicas, en un clima vitalista que puede calificarse de bonheur revolutionnaire (felicidad revolucionaria), está presente en los archiconocidos lemas del 68, algunos aparecidos en pintadas:[26]​[30]​ La simpatía por el movimiento tercermundista llegaba al punto de la fascinación por la figura del Che Guevara (fusilado en Bolivia en 1967), cuya imagen se imitaba (boina, pelo y barba) además de convertirse en un icono presente en todos los ámbitos imaginables (pósteres y camisetas) que lo convirtieron en un verdadero santo laico.Gran repercusión tuvo el escándalo consiguiente al saludo del Black Power en los Juegos Olímpicos de 1968.Más extraña y desconectada de los movimientos locales, pero también partícipe del mismo ambiente generacional, fue la trayectoria personal del enigmático terrorista internacional de origen venezolano Ilich Ramírez Sánchez (Carlos o el Chacal).
Manifestación en Helsinki (Finlandia) contra la intervención soviética en Checoslovaquia . Varios carteles dicen: Viva Dubcek .
Tanquetas en el Zócalo de México el 28 de agosto de 1968
Sartre y Beauvoir se reúnen con el Ché en Cuba, 1960
Dos jóvenes, ajenos a los convencionalismos sociales, en el festival de Woodstock, junto a muchos otros. Pocas imágenes como esta (una pareja interracial de varones melenudos , tirados en una pradera; uno de ellos, semidesnudo, sujetando indolentemente un libro) podrían suscitar tanta aversión para una opinión conservadora. Una verdadera brecha generacional que respondía a una verdadera contracultura .