Por utopía el Diccionario de la lengua española entiende dos cosas: en primer lugar, el «plan, proyecto, doctrina o sistema deseables que parecen de muy difícil realización» y en segundo lugar, la «representación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano»,[1] esto es, una sociedad tan perfecta e idealizada que es prácticamente imposible llegar a ella.La palabra proviene del helenismo Utopia, isla imaginaria con un sistema político, social y legal perfecto descrita por Tomás Moro en 1516, durante el renacimiento.[3][4] En un sentido estricto, el término hace referencia a la obra homónima de Tomás Moro; Libellus vere aureus, nec minus salutaris quam festivus, dē optimo rēpūblicae statu dēque nova insula Vtopia.En el siglo XIX aparece en idioma inglés, la palabra distopía (su primer uso es un discurso de John Stuart Mill sobre la política agraria en Irlanda) modelada expresamente como contraria a utopía.Todas las utopías posteriores a Moro tienen en común dos rasgos: describen sociedades que están fuera del mundo conocido, en ningún lugar, y siempre se trata de comunidades prácticamente cerradas, sin contacto con el mundo exterior, en especial con las sociedades europeas.Platón, profundamente descontento con los sistemas políticos que se habían sucedido en Atenas, especialmente con la democracia, imagina cómo se organizaría un estado que tuviese como objetivo el logro de la justicia y el bien social.Según Platón, el estado perfecto estaría formado por tres clases sociales: los gobernantes, los guardias y los productores.Cada uno sería educado para desempeñar eficientemente las funciones de su grupo: la sabiduría para los gobernantes; el coraje para los guardias, y la apetencia para los productores.Pues para Platón, la buena marcha del estado depende de que cada clase cumpla eficientemente con su cometido.En definitiva La República de Platón sería, según él, una sociedad justa porque en ella gobernarían los más sabios (filósofos) y las otras dos clases desempeñarían las funciones que les habían sido asignadas.Según este Padre de la Iglesia, la acción terrena (que simboliza para él todos los estados históricos) es fruto del pecado, pues habría sido fundada por Caín y en ella sus habitantes serían esclavos de las pasiones y solo perseguirían bienes materiales.Esta ciudad, por tanto, no podría según él dejar de ser imperfecta e injusta.Esta habría sido fundada por Dios y en ella reinarían el amor, la paz y la justicia; sin embargo, para Agustín esta utopía solo sería alcanzable de manera espiritual hasta la venida del Reino de Cristo.Utopía se divide en dos partes: 1. supone una aguda crítica a la sociedad de la época; 2. es propiamente la descripción de esa isla localizada en ningún lugar, en la que sus habitantes han logrado construir una comunidad justa y feliz.De esa misma época, 1605, es Mundus Alter et Idem (Un mundo distinto, pero igual) del obispo anglicano Joseph Hall.Así, por ejemplo, Fourier propuso comunidades autosuficientes, a las que llamó falansterios, y Owen llegó a fundar Nueva Armonía, una pequeña comunidad en la que se abrió el primer jardín de infancia y la primera biblioteca pública de EE.Muchos autores, como Arnhelm Neusüss, han indicado que las utopías modernas son esencialmente diferentes a sus predecesoras.Desde esta perspectiva, las utopías modernas están orientadas al futuro, son teleológicas, progresistas y sobre todo son un reclamo frente al orden cósmico entendido religiosamente, que no explica adecuadamente el mal y la explotación.Las utopías socialistas y comunistas se centraron en la distribución equitativa de los bienes, con frecuencia anulando completamente la existencia del dinero.Experiencias prácticas que habían sido plasmadas en Comunidades utópicas en el siglo XIX y XX.que los ideales utópicos pueden ser realizables, la confianza en la posibilidad y la necesidad de sociedades perfectas sufrió durante el siglo XX un considerable revés.