Fue hijo único del historiador y archivista Berndt Philipp Baader,[1] quien sirvió durante la Segunda Guerra Mundial en la Wehrmacht, fue capturado en el frente ruso en 1945 y jamás regresó a Alemania.
Baader, las tres mujeres y el encapuchado saltaron por la ventana, dando inicio al famoso término "la Banda Baader-Meinhof.
Según los reportes de sus carceleros (por ejemplo, Horst Bubeck) en Stammheim, los acusados, especialmente Baader, mantuvieron sus celdas sucias y desordenadas todo el tiempo posible para despistar a los policías sobre cualquier artículo que los abogados pudieran haberles contrabandeado, en vista que éstos no estaban separados por paneles de vidrios y sostuvieron reuniones no controladas (los acusados llegaron a pasar fotografías tomadas clandestinamente en prisión).
Según los relatos oficiales de su muerte, Raspe se enteró del éxito de los GSG9 gracias a un radiotransistor clandestino y en las siguientes horas estuvo hablando con Baader, Ensslin y Möller, quienes acordaron un pacto suicida.
Esa mañana, Andreas Baader y Jan-Carl Raspe fueron encontrados en sus celdas muertos por heridas de bala, mientras que Gudrun Ensslin fue encontrada colgada del techo mediante una soga hecha con cable de altavoz.
[2] Todas las investigaciones oficiales sobre este asunto concluyeron que Baader y sus dos cómplices cometieron suicidio colectivo y el biógrafo de la Baader-Meinhof, Stefan Aust, mantuvo en la primera edición de su libro, The Baader-Meinhof Group (1985), que casi con toda probabilidad fue así.
[2] Möller aún insiste que las muertes y sus heridas fueron una ejecución extrajudicial por parte del gobierno alemán.