[4] Max Weber cita la propuesta ética de Benjamin Franklin (el tiempo es oro): Remember, that time is money.
He that can earn ten shillings a day by his labor, and goes abroad, or sits idle, one half of that day, though he spends but sixpence during his diversion or idleness, ought not to reckon that the only expense; he has really spent, or rather thrown away, five shillings besides.
He that kills a breeding sow, destroys all her offspring to the thousandth generation.
[5] Weber (La ética protestante y el espíritu del capitalismo, 1904) nota que esta no es una mera filosofía de la codicia, sino una propuesta con lenguaje moral, una respuesta ética al deseo natural por la recompensa hedonística poniendo en valor el retraso de la gratificación para alcanzar la autorrealización.
[7] En la década de 1940 se consideraba muy importante la ética del trabajo, y los disidentes (nonconformist) eran tratados autocráticamente.
Así, trabajar duro no es en sí mismo algo honorable, sino sólo un medio para crear más riqueza para los que se encuentran en la cúspide social.
[10] La Gran Recesión (desde 2008) diluye la ética del trabajo de las nuevas generaciones, que tienen dificultades para integrarse en el sistema económico.