Gastronomía de la Edad Media

La importancia crucial del pan en los rituales religiosos, como la eucaristía, se traducía en un prestigio especialmente alto entre los alimentos.

El rol simbólico del pan como sustento y sustancia se ilustra en un sermón dado por Agustín de Hipona:[2]​

La intención no era retratar ciertos alimentos como impuros, sino enseñar una lección espiritual de autocontrol mediante la abstención.

La definición de «pez» habitualmente se extendía a animales marinos y semiacuáticos, como ballenas, barnaclas cariblancas, frailecillos e incluso castores.

Mientras que los funcionarios eclesiásticos bizantinos adoptaron un enfoque de línea dura y desalentaron cualquier refinamiento culinario para el clero, sus homólogos occidentales fueron mucho más indulgentes.

En algunos casos, la generosidad de las mesas nobles era superada por los monasterios benedictinos, que servían hasta dieciséis platos durante ciertos días festivos.

Sería seguida por vegetales como lechuga, repollo, verdolaga, hierbas, frutas húmedas, carnes ligeras —como pollo o cabrito— con potajes y caldos.

[15]​ La comida ideal era la que más se asemejaba al humor de los seres humanos, es decir, moderadamente cálido y húmedo.

Preferentemente, los alimentos también se debían picar finamente, moler, machacar y colar para lograr una verdadera mezcla de todos los ingredientes.

El vino estaba restringido a aproximadamente 10 onzas líquidas imperiales (280 ml) por día, aunque no había un límite correspondiente para la cerveza.

Esto se evitaba en parte al declarar que los entresijos y varios alimentos procesados, como el tocino, no eran carne.

Además, los monasterios benedictinos contenían una habitación llamada misericordia, donde la regla de san Benito no se aplicaba y en la que comían muchos monjes.

Aquellos involucrados en trabajo físico particularmente pesado, así como marineros y soldados, pudieron haber consumido 3500 calorías (15 000 kJ) o más por día.

[27]​ Las especialidades regionales, características de la cocina moderna y contemporánea temprana, no se evidencian en la escasa documentación que sobrevive.

[29]​ En Europa, generalmente había dos comidas al día: almuerzo a mediodía y una cena más ligera por la noche.

El cambio en las actitudes ante la mesa pueden verse ilustradas en las reacciones que causó en la época bizantina la princesa Theodora Doukaina, futura esposa del Dogo de Venecia Domenico Selvo, quien llegó a causar considerable consternación entre los asistentes venecianos debido a que se hacía cortar los alimentos por un esclavo eunuco y le servían las piezas en un tenedor dorado.

Estos ingredientes se combinaban extensamente con azúcar para dar a muchos platos un sabor distintivo y generalmente agridulce.

La zanahoria naranja, muy común hoy en día, no apareció como alimento hasta mediados del siglo xvii.

La fruta fue muy popular y se sirvió generalmente fresca (a pesar de las prescripciones médicas), seca o en conserva.

El cerdo vivía a menudo libremente, incluso en ciudades, y era alimentado con cualquier basura orgánica de la cocina.

Si bien se consumía pescado fresco, la mayor parte era tratada para preservarla, mediante los salazones (de los que un ejemplo actual es el bacalao), los ahumados, etc.

Comparado con la carne, el pescado era mucho más caro para las poblaciones del interior, especialmente en la Europa Central, lo que lo vedaba como opción para la mayoría.

Aquellos que no podían recolectar azúcar o miel recurrían a las chirivías y los nabos como fuentes alternativas para edulcorar ciertos platos.

[41]​ En cambio, tomar bebidas fermentadas puras o mezcladas con agua era más seguro y además brindaba ventajas nutricionales, principalmente por su contenido calórico.

Por ejemplo, en la peste negra las bebidas alcohólicas destiladas fueron apreciadas por su uso medicinal, pues servían como analgésico y tenían efectos sedativos.

Aunque se usaron en la medicina, durante el Medioevo en Europa las bebidas destiladas no fueron tan populares como las fermentadas.

[42]​ El vino se consumía a diario en la mayoría del territorio francés y en los países mediterráneos, en todos donde las uvas eran cultivadas.

Era posiblemente turbia y quizás con un contenido de alcohol más bajo que el equivalente moderno típico.

Para los más pobres y los religiosos ascetas a veces se tomaba ya casi en la frontera de lo que podría ser vinagre.

Según los numerosos consejos dados en los documentos medievales acerca de cómo salvar el vino que empieza a dar muestras indicadoras de que se va a poner malo, la preservación del vino debía haber sido un problema extenso y bastante común.

Cata de vinos de nobles franceses.
Livre d'heures de la reine Yolande (s. XV ). Biblioteca Méjanes de Aix-en-Provence .
Grupo de campesinos compartiendo una comida sencilla de pan y bebida.
Livre du roi Modus et de la reine Ratio (s. XIV ). Biblioteca Nacional de Francia .
Monjas cenando en silencio mientras escuchan una lectura de la Biblia. Es de resaltar el empleo de las manos para la comunicación.
Beata Umiltà riesce miracolosamente a leggere nel refettorio di Santa Perpetua ( Pietro Lorenzetti , 1341).
Durante la Edad Media, se creía que las colas de castor compartían la misma naturaleza de la de un pez, por lo que se podían comer en días de ayuno.
Livre des simples médecines ( c. 1480).
Un panadero, castigado por intentar engañar a sus clientes, es llevado sobre un carromato con un trozo de pan colgado del cuello.
Un panadero con su asistente
Recolección de col, siglo xv
Cerdo a punto de ser sacrificado
Pesca de lamprea en una corriente, siglo xv
Recolectando pimienta. Ilustración procedente de una edición francesa de Los viajes de Marco Polo .
Un monje bebiendo un trago de vino
Un patrón demostrando cómo conservar y tratar adecuadamente el vino