Los individuos son asignados a los estamentos por relaciones de consanguinidad, creando así comunidades familiares donde se entrenan para su rol.
La transmisión de los diferentes "honores" es hereditaria e inicialmente adquirible mediante las "hazañas", "méritos" o servicios continuados, frente a los cuales los descendientes deben corresponder.
En las sociedades estamentales la situación de clase depende de la posición asignada previamente por el estatus que se posea y no a la inversa, y por esto mismo los estamentos tienen a su vez atribuciones políticas personalizadas, mientras que en las sociedades clasistas dichas atribuciones solo las posee impersonalmente un Estado con una requerida burocracia usualmente subordinada.
[10] Alexander Hamilton, James Madison, y John Jay, también conocidos como "El federalista" bajo un seudónimo anónimo, expresaron en su clásica exposición política escrita a través de ensayos (The Federalist Papers), una clara posición sobre las clases y hasta sobre la ideología de clase,[11] que preanunciaba la visión materialista de las relaciones sociales, incluso más específicamente marxiana que weberiana respecto a las infraestructuras económicas, aunque para explicar la morfología de las clases se concentrara solamente en los atributos individuales y no en las relaciones socioeconómicas que los individuos disputan: Para estos autores, la propiedad sobre funciones sociales diferentes pero cercanas y correlacionadas, lleva a una puja a corto plazo como si sus intereses fueran necesariamente opuestos, así como la fuente de conflicto más persistente entre diferentes propiedades se da cuando hay una recurrente desigualdad en su distribución.
En El Antiguo Régimen y la Revolución Francesa, Tocqueville no utiliza una medida de clase que suponga como dominante al factor económico.
[27] La cosmovisión sociohistórica iniciada por el pensamiento marxiano es una visión dinámica y también conflictiva de las clases sociales en su desarrollo que, si bien ya existía en pensadores sociológicos anteriores y existió también en muchos posteriores, tendría recién con esta una forma particular que concebiría un sentido universal de la historia social del hombre.
Los intereses particulares se confrontan "de un modo real" entre sí y por lo tanto requieren el interés "general" del Estado para asegurar el espacio sin control donde se realiza la cooperación social basada en la división social del trabajo y la propiedad privada.
[41] El sociólogo Raymond Aron cita y desarrolla la explicación de Marx: La época moderna, la civilización, comete la falta opuesta.
Paradójicamente esta emergencia del individuo es transicional: posibilita una libertad que deberá ser a la vez la alienación de sí misma.
La estratificación social clasista del capitalismo es, por tanto, un gran ecosistema económico interdependiente, radicalmente novedoso en la historia de la humanidad.
En las sociedades premodernas los sujetos económico-políticos son los hombres concretos que tienen propiedad sobre la producción culturalmente organizada del tipo que sea, sea en forma autónoma (individual o comunal) teniendo como objetos políticos a sí mismos, o mediante la explotación por coerción externa, siendo sujetos de otros objetos humanos.
Este primer comunismo, al negar por completo la personalidad del hombre, es justamente la expresión lógica de la propiedad privada, que es esta negación.
[86] La mera solidaridad eventual entre miembros sin ninguna vinculación socioecónomica, por ejemplo, obreros y pequeños comerciantes en un interés compartido, no basta para que ambos grupos puedan pasar a considerarse parte de una sola clase.
Sólo puede conseguirlo, sin embargo, mediante contradicciones violentas con sus propias condiciones de vida, declarando la revolución como permanente.
[99] Para Marx, la evolución histórica del comunismo en tanto ideal, no culminaría exitosamente hasta su forma madura sino cuando se haya completado en forma cabal el desarrollo del capital, lo cual se presupone implica la posibilidad y necesidad de su realización,[100] siendo que el capital, en su autodestrucción final, es su propia causa.
[143] Se distingue a su vez por no exigir un desarrollo tecnológico-social ni ideológico-cultural que siga una necesidad intrínseca como sucede con las fuerzas productivas de Marx.
También la vida jurídica la conoce, en la pugna existente entre la aplicación formal del derecho y el sentido material de la justicia.
Es irrelevante si se trata de mercancías in natura entregadas en consignación a un comerciante en ruta, cuyo producto puede derivar, por su parte, en otras tantas mercancías in natura, o de una fábrica cuyos inmuebles, máquinas, reservas monetarias, materias primas, productos elaborados y semi-elaborados, constituyen créditos a los cuales se oponen obligaciones.
Fuera de Occidente, la existencia del trabajo libre está comprobada con seguridad solamente en casos aislados; incluso en lo referente a actividades que no son sino “industrias domésticas”.
Sobre todo porque, o bien faltan por completo, o bien se hallan sólo incipientemente desarrollados los medios intrínsecos de esta independencia que son: nuestra contabilidad empresaria racional y nuestra separación jurídica del patrimonio comercial por un lado y el patrimonio personal por el otro.
En la práctica no hay exámenes para asignar a cada individuo su puesto en estas diversas clases, pero se suple por otros medios: por ciertos cartelitos que, en el mejor caso, logran este objeto.
Todavía se podría despreciar tales desviaciones, al menos bajo ciertos aspectos, donde se mantuvieran más o menos constantes, es decir, donde variase poco o nada la proporción entre el total de una clase y la gente que tiene el cartel de ella sin tener las cualidades correspondientes.
Por ejemplo, un país que siempre está en paz necesita pocos guerreros en la clase gobernante, y la producción de estos puede ser exuberante para la necesidad.
Sobreviene un estado de guerras continuo; hacen falta muchos guerreros, y la producción, aun manteniéndose igual, puede ser deficiente para la necesidad'.
La industria y el comercio se desarrollan; la producción, aun manteniéndose igual, no está ya a la altura de las necesidades.
Hacia el final de la república romana, las clases altas no tenían ya sentimientos religiosos, sino bastante débiles.
En el estrato superior de la sociedad, en la clase selecta, están nominalmente ciertos agregados, en ocasiones no bien definidos, y que se dicen aristocracias.
En el origen, las aristocracias guerreras, religiosas, comerciales, las plutocracias, salvadas pocas excepciones que no consideramos, debían sin duda formar parte de la clase selecta y, en ocasiones, la constituían enteramente.
Entonces el cartel correspondía al carácter efectivo; pero luego, con el paso del tiempo, se produjo un distanciamiento, que a menudo fue notable y algunas veces notabilísimo; mientras, por otra parte, ciertas aristocracias que originariamente tenían gran participación en la clase selecta de gobierno acabaron por constituir solo una parte mínima de ella, y esto se produjo principalmente con la aristocracia guerrera.
[178] Charles Wright Mills revisó e incorporó a las ideas marxistas el análisis de Vilfredo Pareto y Gaetano Mosca para analizar la distribución del poder en Estados Unidos.