[10] Así, no se puede aspirar a un mundo decrecentista sin reconocer previamente las desigualdades entre el norte y el sur del planeta, entendiéndolas como los frutos de un sistema capitalista y colonial donde los países del norte tienen una posición privilegiada ilícita.
Por ejemplo, las materias primas empleadas para construir un ordenador son fragmentadas y diseminadas por todo el planeta, siendo prácticamente imposible reconstituir los minerales originales.
[23] El decrecimiento comienza a tomar gran fuerza en Francia durante los años noventa, donde teóricos como Serge Latouche, Vincent Cheynet o François Schneider aportan para su desarrollo.
En conjunto con la ciudad de Montreal, Canadá, en 2012 se llevó a cabo la tercera conferencia internacional sobre decrecimiento económico para la sostenibilidad ecológica y equidad social en Venecia, Italia.
[27] Al mismo tiempo, autores como Richard Heinberg o James Howard Kunstler hacen un llamamiento en importantes publicaciones a la población estadounidense sobre la necesidad del decrecimiento y la relocalización económica.
En 2018 se organizó la Primera Conferencia Norte-Sur por el Descrecimiento ("First North South Conference on Degrowth-Descrecimiento")[38] en la Ciudad de México.
[7] Los partidarios del decrecimiento además afirman que este tipo de desarrollo económico se opone a los « valores humanos».
Para entender bien el concepto, veamos un ejemplo: mientras cada habitante de Bangladés vive con lo que producen 0,56 ha, cada estadounidense "necesita" 12,5 ha.
Sin embargo, el cálculo de la huella ecológica es complejo, y en algunos casos imposible, lo que constituye su principal limitación como indicador.
Es decir, la teoría del desacoplamiento dice que es posible crecer económicamente sin implicar un crecimiento de impacto ambiental.
Sin embargo, hasta ahora, no hay evidencia empírica sólida que respalde tal argumento, en parte porque se ha observado un efecto rebote en el uso de la energía.
[63][64][65][66][67] Además se agrega que los recursos renovables también pueden agotarse si son extraídos a un ritmo insostenible durante períodos prolongados, como por ejemplo lo ocurrido en la producción de caviar en el mar Caspio.
Muchos tienen un optimismo puesto en la tecnología para desarrollar sustitutos de los recursos que se puedan agotar.
Sin embargo, otros han argumentado que ninguna de las alternativas podrían reemplazar con eficacia la versatilidad, eficiencia y portabilidad del petróleo.
[75] Estos países han llevado a una situación límite la cuestión de sostenibilidad del planeta, en el que una tierra por sí sola ya no es suficiente.
Así pues, los decrecentistas redefinen el significado del término sostenibilidad y calidad de vida: En contraposición al abuso que hace el modelo capitalista del prefijo “hiper-”, que denota sobrexplotación, exceso o exageración, como “hiperactividad”, “hiperdesarrollo”, “hiperproducción”, “hiperabundancia”, etc.; Serge Latouche propone un sistema de soluciones bajo el prefijo “re-”, que denota repetición o retroceso, a los que ha nombrado como los pilares del decrecimiento o el modelo de las “8 R”: Los decrecentistas suelen depositar sus esperanzas en las energías alternativas renovables como la energía geotérmica, solar, eólica y otras con bajo o nulo nivel de contaminación.
[8] Sin embargo, asimismo opina que no se debería caer en la trampa de asignarle a todo un valor mercantil, como opinan los anarquistas ultraliberales y los cálculos que ya existen sobre el valor monetario del voluntariado, la biodiversidad, las relaciones amorosas, entre otras cosas.
[99][100] En cambio, unos aún van más allá pidiendo la abolición del dinero, el salario, los precios, las leyes económicas, etc.[cita requerida] Autores como Jason Hickel creen que la Teoría Monetaria Moderna puede ayudar países a realizar una transición ecológica.
Esta teoría afirma que los estados pueden controlar sus moneda y, por lo tanto, no necesitan equilibrar su presupuesto como sucede en un hogar de un menace.
Autores como Clémentin y Cheynet, emplean esta acepción para distinguir entre decrecimiento sostenible e insostenible.
[103][104] Para tal efecto, cada individuo tendría que entender el nuevo significado del estilo y calidad de vida antes ya mencionado (simplicidad voluntaria).
Estos autores también definen al decrecimiento sostenible como el intento de una civilización sobria y austera cuyo modelo "económico saludable" asuma la finitud del planeta.
[105] Mientras tanto, Bonaiuti argumenta que la reducción drástica del consumo provocaría malestar social, desocupación, y en última instancia el fracaso de la políticas económico-ecológicas alternativas.
Para ese desarrollo hablan de «ecodesarrollo», con el que pretenden alcanzar un crecimiento cualitativo y humano bajo los aspectos materiales ya limitados.
Unos, como Serge Latouche o Federico Demaria, suelen ver la necesidad de la relocalización y la autogestión saliendo del capitalismo pero manteniendo el mercado.
Abogan por un modelo descentralizado que permita la participación de los ciudadanos a nivel local para hacer posible la soberanía energética y alimentaria.
Para Taibo, todo movimiento anticapitalista en el Norte, por necesidad, debe ser decrecimentalista, autogestionario y antipatriarcal.
El ideal para Latouche, sería pasar a trabajar una jornada laboral 3 o 4 horas al día.
[129] En Francia se constituyó un partido pro-decrecimiento: Le Parti pour la Decroissance[130] para las Elecciones al Parlamento Europeo de 2009.
Y esta “producción inmaterial”, diversos autores la consideran como no-contaminante (Joël de Rosnay, Bernard Benhamou).