Las monedas locales pueden abarcar diversas formas y suelen estar asociadas con un discurso económico particular.
En el antiguo Egipto, se crearon monedas locales que estaban íntimamente relacionadas con su prosperidad económica.
De manera similar, en la Edad Media y en el sistema feudal, se establecieron sistemas monetarios locales, como las monedas denominadas "Breakteats", que se utilizaron para financiar grandes catedrales de la Europa del Medievo y pagar a los trabajadores.
En la era moderna, las monedas locales con mayor reconocimiento fueron los "Depression Script" (Ralph A.Mitchell and Neil Shafer,1984); no confidir con las monedas comerciales "Company Scrip" (Prittwitz 2017), producidas por industrias, fábricas, organización o gobierno local para pagar a los trabajadores, y las Fichas Monetiformes producidas por negocios, particulares, empresas e instituciones no oficiales para estimular la lealtad de la clientela.
Además del Wir, las raíces más recientes de movimiento asociado a las monedas sociales arraiga en dos conocidos antecedentes: el Time Dollar y el LETS (Local Exchange Trading System).
UU., Canadá, Alemania, Francia, Hungría, Reino Unido, Países bajos, Australia, Nueva Zelanda,, República Checa, Suecia, Bélgica, España y un largo etc.
Aunque cabe destacar su resurgir actual a nivel mundial favorecido por el contexto de desnaturalizada crisis económica que nos azota.
Por su parte, la moneda es un medio acordado en/por una comunidad para el intercambio de mercancías y bienes.
En la parte técnica vemos como con el paso del tiempo no surgen grandes cambios en los sistemas de acuñación aunque personajes tan conocidos como Leonardo Da Vinci realizaron estudios sobre la fabricación de las monedas hasta que en 1553, el ingeniero alemán Brücher diseña dos máquinas que vinieron a revolucionar la fabricación de moneda, el laminador y el molinete.
Una moneda social que esté bien diseñada debería estimular procesos sociales y solidarios pues el dinero en sí mismo no tiene valor ni sentido sino va asociado a la creación de bienestar.
Belga de nacimiento, en 1900 se mudó a Suiza, lugar en el que escribiría, durante la Primera Guerra Mundial, «El orden económico natural».
De esa misma obra recogemos otras citas como «...cuyo trabajo contiene destellos de profunda perspicacia...»; «su importancia no se me aclaró hasta que yo hubiese llegado a formular mis propias conclusiones», «juzgué sus esfuerzos profundamente originales».
Una plataforma destacada para comunidades que utilizan monedas sociales es el Community Exchange System.
[4] Además, desde movimientos decrecentistas y autogestionarios (como la Cooperativa Integral Catalana) se construyó una plataforma web propia con el mismo cometido, pero bajo una filosofía centrada en la Soberanía Tecnológica.
[5] Desde hace décadas se han puesto en marcha numerosas iniciativas de monedas sociales en países no industrializados así como en los más prósperos.
Así encontramos gran relevancia histórica en toda la zona de América del Sur, América del Norte, Canadá, Asia y Suiza, una difusión que viene fomentada por la estrecha relación que se genera entre las distintas redes y monedas existentes que da lugar a la aparición de redes mayores como es el caso de la llamada CES Exchange.
Se conoce con seguridad que están presentes en más de 35 países aunque las cifras totales en cuanto a monedas sociales existentes son dispares.
[6] Por su parte, Erick Brenes, experto costarricense experto en finanzas promotor de varios proyectos de monedas sociales, afirma en una entrevista a Ecopolítica que tal cifra es una exageración y que medios de pago como moneda impresa cada vez va a haber menos porque cada vez es más práctico hacerlo todo por vía digital.
Aquí vemos tres casos a nivel Europeo: Otros ejemplos bien documentados incluyen: En España estas monedas son realmente nuevas, incipientes y aún minoritarias.
La moneda social ya está trabajando en España de forma autónoma y por lo general consiste en una moneda que crea un colectivo-comunidad en una zona geográfica concreta y que se utiliza como unidad de intercambio.
Fue bautizado con el nombre de Puma en referencia a la Plaza del Pumarejo, lugar donde nació.
En general, este movimiento gira en torno a 5 conceptos que reconocen como las 5 «R»: relocalizar, redistribuir, reducir, reutilizar y reciclar.
Esta cifra, aunque sigue siendo reducida, representa el interés general por este tipo de sistemas.
Sin embargo debido a la escasez generalizada de liquidez provocada en la crisis del 2008, este mecanismo falló estrepitosamente haciendo que haya en España millones de profesionales parados (sin posibilidad intercambiar sus servicios y/o productos).
Su principal característica es que la gestión la controla una plataforma informática llamada Endotrónica, diseñada a medida por los ingenieros de la asociación, lo cual elimina la burocracia y por lo tanto no limita su crecimiento.
La plataforma Endotrónica está formada por varias aplicaciones entre las que destacan: En Cantabria existen dos monedas sociales, el Roble en el oriente de la comunidad y el Saja en el occidente.
Su valor está respaldado por la confianza mutua, la transparencia y la participación de las personas.
Es la primera moneda social en España que mantiene relación directa con la administración pública pues, en el caso del municipio de Tagamanent, su alcalde paga-cobra ciertas gestiones en Eco.
Un sistema completamente legal que fomenta la circulación de la economía real y productiva.
Actualmente en la XXIV se coordinan 8 redes que hacen un total de unos 1200 usuarios.