La destrucción creativa o creadora[1] (en inglés: creative destruction, alemán: schöpferische Zerstörung, francés: destruction créatrice), a veces denominada vendaval de Schumpeter, es un concepto en economía el cual desde los años 1950 se ha identificado fácilmente con el economista austriaco Joseph Schumpeter.
[4][5][6] Al sociólogo alemán Werner Sombart se le acredita[2] el primer uso de estos términos en su obra Krieg und Kapitalismus (Guerra y Capitalismo, 1913).
[4][5][6] En Capitalismo, Socialismo y Democracia (1942), Joseph Schumpeter desarrolló el concepto a partir de una lectura meticulosa del pensamiento de Marx (a la cual es devota toda la Parte I del libro), argumentando (en la Parte II) que las fuerzas creadoras-destructivas desatadas por el capitalismo eventualmente llevarían a su declive como sistema (ver más abajo).
El uso marxista ha sido, de todas maneras, retenido y desarrollado más allá en la obra de científicos sociales como David Harvey,[9] Marshall Berman,[10] Manuel Castells[11] y Daniele Archibugi.
Mientras Marx claramente admiraba al creatividad del capitalismo él ... fuertemente resaltó su auto-destructividad.
[2] Posiblemente esta influencia pasó de Johann Gottfried Herder, quien llevó el pensamiento hindú a la filosofía alemana en su Filosofía de la historia humana (Ideen zur Philosophie der Geschichte der Menschheit) (Herder 1790–92), específicamente el volumen III, págs.
[20] Tres años más tarde, en Capitalismo, Socialismo y Democracia, Schumpeter introdujo el término "destrucción creativa", que derivó explícitamente del pensamiento marxista (analizado extensamente en la Parte I del libro) y lo usó para describir el proceso disruptivo de transformación que acompaña a tal innovación:
Schumpeter (1949) en uno de sus ejemplos usó "la ferrocarrización del Medio Oriente tal como fue iniciada por la Illinois Central".
[22] Las empresas que una vez revolucionaron y dominaron nuevas industrias, por ejemplo, Xerox en fotocopiadoras[23] o Polaroid en fotografía instantánea, han visto caer sus ganancias y su dominio se desvanece a medida que los rivales lanzan diseños mejorados o reducen los costos de fabricación.
El Christian Science Monitor anunció en enero de 2009[25] que ya no continuaría publicando una edición diaria en papel, sino que estaría disponible en línea diariamente y proporcionaría una edición impresa semanal.
Durante ese mismo período, el empleo en la publicación y transmisión por Internet aumentó de 29,400 a 121,200.
"[40] Si bien la creación del entorno construido puede actuar como una forma de desplazamiento de crisis, también puede constituir un límite en sí mismo, ya que tiende a congelar las fuerzas productivas en una forma espacial fija.
Por lo tanto, en este proceso continuo de destrucción creativa, el capitalismo no resuelve sus contradicciones y crisis, sino que simplemente "las mueve geográficamente".
[44] En su libro de 1987 All That is Solid Melts into Air: The Experience of Modernity,[10] particularmente en el capítulo titulado "Autodestrucción innovadora" (pgs.
[46] Si bien la innovación tecnológica ha permitido esta fluidez sin precedentes, este mismo proceso hace que áreas enteras y poblaciones redundantes sean ignoradas por las redes de información.
[50] Utilizando como metáfora la película Blade Runner, Archibugi ha argumentado que de las innovaciones descritas en la película en 1982, todas las asociadas a las TIC se han convertido en parte de nuestra vida cotidiana.
Describiendo este proceso como "destrucción creativa", Page explica las circunstancias históricas complejas, la economía, las condiciones sociales y las personalidades que han producido cambios cruciales en el paisaje urbano de Manhattan.
Los autores exploraron los esfuerzos para reurbanizar un área frente al mar que reflejaba una nueva cultura vibrante mientras rendía suficiente homenaje a la historia de la región.
[57] En su libro de 1999, Still the New World, American Literature in a Culture of Creative Destruction, Philip Fisher analiza los temas de destrucción creativa en juego en obras literarias del siglo XX, incluidas las obras de autores como Ralph Waldo Emerson, Walt Whitman, Herman Melville, Mark Twain y Henry James, entre otros.
[58] El autor neoconservador Michael Ledeen argumentó en su libro de 2002 The War Against the Terror Masters que Estados Unidos es una nación revolucionaria, deshaciendo las sociedades tradicionales: "La destrucción creativa es nuestro segundo nombre, tanto dentro de nuestra propia sociedad como en el extranjero.
(Un argumento que luego fortalecerían en su artículo de 2003 Creating Sustainable Value[61] y, en 2005, con Innovation, Creative Destruction and Sustainability.
[62]) Andrea L. Larson estuvo de acuerdo con esta visión un año después en Sustainable Innovation Through an Entrepreneurship Lens,[63] declarando que los emprendedores deben estar abiertos a las oportunidades de mejora disruptiva basada en la sostenibilidad.
enfatizó las oportunidades para una mejora sostenible y disruptiva en la industria de la construcción en su artículo Creative Destruction: Building Toward Sustainability.