La postura de Nataraja hace referencia a «danza de la dicha furiosa» (Ananda Tandava) en donde Shiva se sostiene por lo general sometiendo a Apasmara con su pierna derecha mientras la izquierda se encuentra levantada y cruzada sobre la derecha, el torso erecto y los cuatro brazos en diferentes gestos.
Filósofos como Aldous Huxley, físicos como Fritjof Capra y cosmólogos como Carl Sagan han hecho referencia a Nataraja en sus escritos.
[5] No todas las representaciones de Shiva danzando hacen referencia a Nataraja desde el siglo V.
[11] Sin embargo, es durante la dinastía Chola en el siglo IX cuando evoluciona a la forma más popular en el mundo.
[16] Cada uno de los cinco templos hace referencia a un elemento: tierra, agua, fuego, aire y espacio.
En Chidambaram, el espacio es venerado para indicar que lo divino está más allá de la comprensión humana.
Nataraja, al ser una referencia al akasha (espacio o éter), es no solo representado por la imagen en bronce, sino también por Chidambara Ragasiyam ('el secreto de Chidambara'), que se encuentra en una cámara vacía llamada Chit Sabah o cámara de la consciencia.
[4] Asimismo, los diferentes elementos en el ícono muestran que la postura no es estática, sino dinámica.
Al mostrar a Shiva con los cabellos hacia los lados, se comunica que se está fijando en la escultura tan solo un momento de un movimiento mayor: Ananda Tandava, la «danza de la dicha furiosa».
En el siglo XI y XII la representación de las llamas con cinco puntas se volvió típica.
El círculo de llamas representa al fuego cósmico que utiliza Shiva para realizar la disolución ("destrucción") del universo, como parte del ciclo de creación y destrucción hindú.
Es con ese tercer ojo vertical que logró incinerar kāma (el deseo) y convertirlo en cenizas.
[25] Se mantiene cerrado para evitar que su poder de fuego queme toda la creación.