[1][2][3] Cuando una corrida bancaria progresa, se retroalimenta convirtiéndose en una profecía autorrealizada: cuantas más personas retiran sus depósitos, la probabilidad de impago del banco se incrementa y esto estimula posteriores retiradas.[4] Para contrarrestar este fenómeno los bancos o gobiernos suelen actuar inmovilizando los depósitos, acción comúnmente llamada corralito.[6] La mayor parte del daño económico de la Gran Depresión fue ocasionado directamente por corridas bancarias.[8] Estas técnicas no funcionan siempre; por ejemplo, incluso con seguros de depósitos, los ahorradores pueden estar todavía motivados por creencias de que perderán acceso inmediato a los depósitos durante la reorganización del banco.Aunque los bancos estuvieron cerrados los cajeros automáticos vieron agotadas sus reservas en dinero líquido.