La obsolescencia del hombre: Sobre el alma en la época de la segunda revolución industrial (en alemán: Die Antiquiertheit des Menschen) es una obra en dos tomos del filósofo y periodista Günther Anders.
[11] Ello se expresa en el imperativo categórico: "'Actúa de tal manera que la máxima de tu acción sea la del aparato del que eres o serás parte.
"[12] Estos intentos de comprensión se plantean con una intención netamente práctica, porque para Anders era una necesidad político-existencial superar la "ceguera" de la gente ante el apocalipsis técnico que ellos mismos preparaban, para poder evitar una posible ocurrencia del mismo.
Para evitar al menos un poco esa vergüenza prometeica, los hombres hacen imágenes de sí mismos.
'De hecho, es un fenómeno clave, sin cuyo uso no sería posible ninguna teoría de nuestra época.
Si los campos de exterminio llevaron al ridículo la idea de que "todos los hombres son mortales", la bomba fue un paso más allá y mostró que “la humanidad en su conjunto”[29] podría ser eliminada.
Para Anders, la posibilidad creada por el hombre de eliminarse a sí mismo como especie representaba una situación antropológica e histórica enteramente nueva.
[37][N 3] En 1958 viajó a Hiroshima y Nagasaki y entabló una correspondencia publicada posteriormente con Claude Eatherly, el piloto del avión de reconocimiento climático Straight Flush que apoyó el lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima, a quien estilizó como la contrafigura purificada de Adolf Eichmann.
[38][N 4] Daniel Morat acota que como crítica mediática, La antigüedad del hombre se nos presenta hoy como ambivalente.
[39] Anders siguió siendo en esta dimensión un estudioso de Martin Heidegger, incluso si a menudo lo criticaba política y filosóficamente.
Los temas de crítica cultural presentados por Anders y sus contemporáneos son todavía problemas de la historia contemporánea al día, aunque las respuestas dadas hace 50 años parecen anticuadas en muchos aspectos.
[17] Lou Brouwers opina en Deutschlandfunk que "Günther Anders dedicó su pensamiento a la amenaza nuclear y escribió incansablemente contra nuestra "ceguera apocalíptica": su filosofía tecnológica gira en torno a nuestra autoabolición tecnológica, y hoy no ha perdido nada de su relevancia.