Por ejemplo, un profesional que se acabe de calificar podría demorarse, por decir algo, seis o doce meses en encontrar un trabajo relacionado con sus calificaciones.Durante ese periodo podría, por ejemplo, haber encontrado trabajo como limpiador de mesas en algún restaurante.Adicionalmente hay un grupo llamado de «desempleo disfrazado» —aquellos que no están registrados como desempleados pero sus "trabajos" no son "reales" o económicamente productivos (mendigos, etc)— que puede o no ser parte del grupo final: "empleo estacional", tales como temporeros, etc.[2] Para autores como David Anisi el pleno empleo era el núcleo del pacto keynesiano, la base sobre la que se asentaba el estado de bienestar.Para Anisi el objetivo nuclear del pleno empleo desapareció en 1973 y el mundo occidental comenzó a abandonar el pacto keynesiano que garantizaba tanto la imposibilidad de un nuevo Crack del 29 y la posterior Gran depresión, como cualquier conflicto bélico —por ejemplo la Segunda Guerra Mundial— alimentado por el malestar social.[4] Desde el liberalismo económico se mantiene que, en una situación ideal de competencia perfecta, el pleno empleo se alcanzaría espontáneamente por la ley de la oferta y la demanda: si existiese desocupación los salarios tenderían a bajar, porque habría trabajadores dispuestos a incorporarse al mercado por salarios menores y, en tal circunstancia, las empresas tenderían a usar más intensivamente el factor trabajo, aumentando así la demanda del mismo y generando una situación de pleno empleo.Para seguir, en la realidad la situación no conduce necesariamente al pleno empleo de los factores productivos.Douglas—, cuestionan que la ley de los mercados explique realmente cómo funciona el circuito económico.