Ley de Say

Por necesidad, la demanda viene limitada por la oferta, pero no en un contexto comercial, es decir, la ley de Say no implica que todo tipo de producción vaya a encontrar automáticamente su demanda, sino más bien que si los individuos quieren gastar, primero deben producir.

Incluso en el caso en que muchos guarden su dinero, la situación no se modificará en lo substancial: los precios bajarán y se adaptarán al menor flujo de ingresos, sin afectar mayormente el empleo de recursos económicos (de la misma manera que un aumento del circulante no incrementa la demanda, una reducción del circulante no la disminuye; solo los precios cambian).

[3]​ Ese contexto sería el debate iniciado por Malthus acerca de la crisis que se derivaría producto del incremento de la población (lo que llevaría no solo a crecientes demandas sobre los recursos naturales, sino también, tarde o temprano, a un "exceso" de población, exceso que no se podría emplear productivamente).

Es decir, agrega von Mises, «Las mercancías se pagan en última instancia no con dinero, sino con otras mercancías.» (op.

Con base en esta crítica desarrolla varios de sus postulados, separando de manera clara la producción y el gasto, estableciendo que la producción está dada, y no se ajusta a la demanda.

Arthur Laffer, uno de los supply-siders más conocidos e influyentes, también es un adherente, como lo es la Escuela Austriaca.