[2][3] Plantea que el punto de partida del pensamiento filosófico debe ser el individuo y las experiencias subjetivas fenomenológicas, así como la angustia existencial que genera la aparente absurdidad del mundo.
Sobre esta base, los existencialistas sostienen que la combinación del pensamiento moral y el pensamiento científico son insuficientes para entender la existencia humana, por lo tanto es necesario un conjunto adicional de categorías, gobernadas por la norma de autenticidad.
Se consideran tres tipos de «escuelas» filosóficas existencialistas: En la literatura destacan el escritor realista Dostoyevski (considerado un precursor del movimiento), Hermann Hesse, Franz Kafka, Rainer Maria Rilke, Dino Buzzati, Thomas Mann, Cèline, Stanisław Lem, Albert Camus, la literatura del absurdo y Emil Cioran.
El existencialismo tuvo su origen en el siglo XIX y su desarrollo principal se prolongó aproximadamente hasta la segunda mitad del siglo XX Nunca existió un acuerdo general sobre la definición de existencialismo.
En líneas generales el existencialismo busca una ética que supere a los moralismos y prejuicios; esto, al observador neófito puede resultarle contradictorio, ya que la ética buscada por el existencialismo es una ética universal y válida para todos los seres humanos, que muchas veces no coincide con los postulados de las diversas morales particulares de cada una de las culturas preexistentes.
En el siglo XX, entre los filósofos más representativos del existencialismo se encuentran Lev Shestov, Martin Heidegger, Karl Jaspers, Jean-Paul Sartre, Miguel de Unamuno,[10] Simone de Beauvoir, Gabriel Marcel y Albert Camus.
Al existencialismo se le ha atribuido un carácter vivencial, ligado a los dilemas, estragos, contradicciones y la estupidez humana.
Esta última propone que la existencia o la inexistencia de Dios es una cuestión irrelevante para la existencia humana: Dios puede o no existir; el problema, tan solo por tener una idea firme, no soluciona los problemas metafísicos del hombre.
Martin Buber, por su parte, representa a una corriente de existencialismo judío muy influida por el hasidismo.
Tal vez una de sus obras más emblemáticas en este sentido sea Memorias del subsuelo.
La experiencia personal y el actuar de acuerdo con convicciones propias es esencial para llegar a la verdad.
Se oponen a la existencia de principios racionales, objetivos y universalmente válidos (como los que proponía Kant).
En verdad, allí se plantea que el objetivo de la obra es la búsqueda del «sentido del ser» —olvidado por la filosofía desde sus comienzos— ya desde los primeros párrafos, lo cual con propiedad no permitiría entender el trabajo —como expresa el autor— como «existencialista»; pero Heidegger, tras esa especie de anuncio programático entiende que es previa a la buscada ontología o dilucidación del ser, una "ontología fundamental" y al consagrarse a ella con método fenomenológico, se dedica a un análisis descriptivo pormenorizado y excluyente de la existencia humana o Dasein, con una hondura y una originalidad inéditas en la historia del pensamiento occidental, siguiendo el método fenomenológico de quien fuera su maestro Edmund Husserl.
Asimismo, la reflexión secundaria contempla los misterios y proporciona una especie de verdad (filosófica, moral y religiosa) que no puede ser verificada mediante procedimientos científicos, pero que es confirmada mientras ilumina la vida de cada uno.
En ese mundo, el niño ve un refugio de recuerdos felices donde vuelve cada vez que hace falta.
En el caso de los que morían, hacía notar al mismo tiempo su lejanía (ya no están) y su cercanía (la nostalgia).
Siendo Marcel defensor de los golpistas sublevados (franquistas) contra la República durante la guerra civil española, fue que el anarquista Albert Camus polemizó con él en varias cartas públicas donde denunció las contradicciones éticas de su reflexión filosófica humanista.
Las teorías de Ortega y Gasset en cierto momento se hacen paralelas al existencialismo propiamente dicho, por ejemplo cuando considera una pantonomía del Universo.
Durante su vida Sartre fue especialmente atacado por quienes lo denostaban[18] de ateo y materialista, queriendo presentarle como un "amoral", sin embargo de todos los pensadores existencialistas es quizás el más moralista o, mejor dicho, el más eticista.
Los vaivenes del sartrismo resultan interesantes al encontrarse en ellos implícitas antinomias: la esencia de lo humano es la libertad pero (esto se observa en la Polémica Merleau-Ponty-Sartre) "el infierno es la mirada del otro", porque cuando el otro mira a cada otro que no es él (para decirlo más sencillamente: cuando una persona observa o considera a otra) lo objetiviza, lo objeta y lo tiende a hacer objeto.
Lev Isaákovich Shestov, (Лев Исаа́кович Шесто́в ) —en español se le conoce como León Chestov— (Kiev 1866-París 1938), fue un filósofo existencialista ruso.
Nacido Lev Isaakovich Schwarzmann y de familia judía, Shestov es considerado el máximo exponente del existencialismo en Rusia; estudió en Moscú y luego vivió en San Petersburgo, hasta la Revolución rusa, después de la cual se exiliaría en Francia hasta su muerte.
Además la relación de Shestov con Husserl y Heidegger es importante porque a raíz de una conversación entre los dos primeros le sobrevinieron las ideas a Heidegger para escribir su famoso texto ¿Qué es la metafísica?, fuertemente inspirado por las ideas que escuchó en aquella conversación.
Fondane añade: 'el tipo del nuevo filósofo es el pensador privado, Job sentado sobre un estercolero'.
[22] Lev Shestov influyó en algunos pensadores del siglo XX, que así lo han reconocido, como Sartre, Camus, Heidegger, Levinas, Bataille, Blanchot, Deleuze, Cioran, Ionesco y Jankélévitch, entre otros.
junto a nombres como Sócrates, Arthur Schopenhauer, Friedrich Nietzsche, Francois de La Rochefoucauld y otros.
[15] Otros destacados pensadores adscribibles al existencialismo, en mayor o menor grado, serían: Miguel de Unamuno, Edith Stein, Nicola Abbagnano, Nikolai Berdyaev, Albert Camus, Peter Wessel Zapffe, Karl Jaspers, Max Scheler, Simone Weil, Viktor Frankl (El hombre en busca de sentido), Paulo Freire y Emmanuel Mounier.
Algunos consideran que los conceptos desarrollados en la filosofía existencialista han sido fuertemente influidos por el arte.
He aquí algunos autores y obras representativas: Las novelas, cuentos y relatos del escritor expresionista Franz Kafka, como El proceso, El castillo, La metamorfosis; en las cuales los protagonistas se enfrentan a situaciones absurdas, extremas, carentes de explicación, aunque haya respuestas, a las que nunca tienen acceso, al modo de los encausados por la inquisición a las acusaciones que originaron el proceso.
Rainer Maria Rilke escribió poesía y novelas que influyeron directamente sobre los existencialistas.