Viaje al fin de la noche

Céline comenzó a escribir la novela en 1929, mientras trabajaba como médico en una clínica pública en el suburbio obrero de Clichy en París.[2]​ El título proviene de la primera estrofa de una canción atribuida por el autor a la Guardia Suiza (1793), y cuya traducción al francés es el epígrafe del libro de Céline: «Notre vie est un voyage / Dans l'Hiver et dans la Nuit / Nous cherchons notre passage / Dans le Ciel où rien ne luit» (Nuestra vida es un viaje / A través del invierno y la noche; / Buscamos nuestro camino / En un cielo sin luz).Friedrich Wilke lo musicalizó[5]​ y fue asociado con la invasión napoleónica de Rusia, en la que se desplegaron algunos regimientos suizos.En una licencia de convalecencia en París, conoce a una enfermera voluntaria estadounidense llamada Lola con quien tiene una aventura.Le dice a Lola que rechaza la guerra porque no quiere morir por nada.El protagonista viaja al África colonial francesa donde lo ponen a cargo de un puesto comercial en la jungla.El barco zarpa hacia Nueva York, donde Bardamu es puesto en cuarentena hasta que se le pasa la fiebre.Ella le da cien dólares y él se va a Detroit en busca de trabajo.Robinson, cuya vista está mejorando gradualmente, se compromete con una mujer llamada Madelon que vende velas en la iglesia y lo ha estado cuidando.Conmovido por los poetas isabelinos y la trágica historia de la Rebelión de Monmouth, Baryton pierde todo interés por la psiquiatría y parte hacia Inglaterra, poniendo a Bardamu a cargo del manicomio.Los cuatro van a un carnaval, pero durante el viaje en taxi de regreso al manicomio, Robinson le dice a Madelon que no quiere estar con ella porque ella le repugna.El viaje dramatiza este nihilismo espacialmente al componer un movimiento narrativo circular, que niega significados típicamente atribuidos al viaje como vida y encuentro afirmativo, de superación personal o experiencia educativa.Al comenzar y terminar en 'Place Clichy', en París, la novela presenta una circularidad sin progreso.Las diferentes secuencias espaciales de los novela -París, Flandes, África, Norteamérica, París- no son pasos hacia algo.El hombre céliniano sufre un pecado original de odio malicioso, pero no hay Dios que lo redima.[9]​ El odio les da a los personajes “una razón concreta, aunque ilusoria, de su infelicidad”.Bardamu ve la guerra simplemente como un medio para que los ricos sacrifiquen a los pobres.[12]​ Aunque el hombre celiniano no puede escapar de su destino, según McCarthy: “tiene cierto control sobre su muerte.Bardamu admira a Molly no solo por su belleza física sino también por su simple generosidad.Cuando Alcide se ofrece como voluntario para otra temporada en el África colonial con el fin de pagar la educación de su sobrina huérfana, Bardamu piensa que está actuando tontamente, pero admira sus buenas intenciones.[19]​ La voz narrativa clínica y desapegada en ocasiones da paso a un delirio alucinatorio.