Fruto de esa experiencia vital fue la que se conoce como “trilogía asiática”, formada por las novelas Les conquerants / Los conquistadores (1928), La voie royale / La vía real (1930) y la que nos ocupa, La condition humaine / La condición humana (1933).
Salvo el capítulo final, que se desarrolla en París y en Kobe (Japón) algunos meses después de los acontecimientos principales (capítulo que sirve para mostrar las consecuencias a las que han llevado los hechos narrados anteriormente y, de esa manera, concluir y remachar la lectura “moral” de la novela), el núcleo de la novela se concentra en apenas tres días en la ciudad de Shanghái.
En esos tres días se produce el enfrentamiento armado que concluye con la aniquilación de los obreros y sindicalistas comunistas Entre los comunistas se encuentran los principales personajes de la novela, los que mejor definen la complejidad de la “condición humana” y por los que el autor se siente más atraído Por un lado está Kyo, el líder de la insurrección, en quien se manifiestan mejor los rasgos de dignidad, fraternidad y coherencia; rasgos que, por otra parte, le llevarán a la muerte tras rechazar una salvación individual.
El primero como pensador (distante por el opio) que analiza los motivos de los comportamientos y las actitudes de los hombres; y la segunda como compañera fraternal en la lucha por instaurar los ideales comunistas.
Mayor interés novelesco y psicológico tienen dos franceses, de personalidad contrapuesta: por lado, Ferral, representante en Oriente de los grandes capitales franceses, cínico y frío, que defiende por todos los medios los intereses coloniales de Francia; por otro, el barón Clappique, excéntrico y locuaz engañador, que solo busca sus intereses materiales o, al final, simplemente su supervivencia individual.