El narrador hace hincapié en la idea de que, en última instancia, el hombre no tiene control sobre nada, la irracionalidad de la vida es inevitable; así, la peste representa el absurdo, cuya teoría el mismo Camus ayudó a definir.
Esta ausencia de sentido supremo es el "absurdo", y es algo que aunque desconcertante es potencialmente positivo, puesto que las nuevas razones de la existencia serían cualquiera que vaya ligado a valorar la vida humana por sí misma y no por causas superiores a las personas (religiosas, ideológicas, etc.).
Este tema lo expondría de manera no literaria en El hombre rebelde.
El tono narrativo es similar al de Franz Kafka, sobre todo en El proceso, en la que las sentencias potencialmente tienen varios significados, a menudo el material hace resonancia puntual como alegoría cruda sobre la conciencia de los eventos y la condición humana.
En esta novela Camus aborda un tema que no fue muy recurrente en sus obras anteriores: la solidaridad humana.