Gobierno de Alberto Fujimori

[4]​ En las elecciones generales de 1990 se enfrentaron Alberto Fujimori, Mario Vargas Llosa, Luis Alva Castro, entre otros.

Pasaron a segunda vuelta Vargas Llosa y Fujimori, este último resultó vencedor con el 62.4% de los votos.

Pese a que Fujimori como candidato había negado un shock económico, el gobierno siguió las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional.

En relación con lo anterior, el poder Ejecutivo sancionó un crédito suplementario al cual se opuso la Comisión Bicameral de Presupuesto.

En mayo de 1991, Fujimori anunció en el Congreso la firma del convenio antidrogas que había acordado con Estados Unidos, El Congreso reaccionó interpelando al gabinete, pero no se pudo lograr absolutamente nada debido a que en ese momento la oposición a Fujimori no era suficiente.

Asimismo, una comisión del Senado investigaba los casos de violaciones a los derechos humanos, por los que fue juzgado y se encuentra actualmente preso Fujimori.

Este régimen cívico-militar, poco interesado en el Estado de derecho y las instituciones políticas peruanas, se le conoce como « fujimorismo»”[14]​ (Pastor, 2012).

Se conservó incluso, de manera textual, algunos artículos y, en otros casos, sólo hubo variaciones en la forma, mas no en el contenido.

En concordancia con esta posición, el Congreso Constituyente Democrático debatió una ley para regular las acciones del Presidente de la República como candidato.

De esta manera, el CCD asume que la reelección inmediata del ingeniero Alberto Fujimori estaba ya consumada, en 1995.

A inicios de 1995, se produjo un conflicto armado con el Ecuador por la región fronteriza nororiental conocida como Cordillera del Cóndor.

En dicho proceso participaron figuras como Javier Pérez de Cuéllar, Alejandro Toledo, Ricardo Belmont y Raúl Diez Canseco Terry, entre otros.

[33]​ No obstante, es importante señalar cómo fue el proceso y qué áreas cambiaron para favorecer una elección sin fraudes.

[35]​ Si bien el del acuerdo de Brasilia ayudó a conseguir la tregua con Ecuador durante unos meses en 1995, esta fue controvertida.

Ya no había hiperinflación, se daban las primeras inyecciones de capital financiero externo y la economía empezaba a circular.

La oposición al fujimorismo era bastante fragmentada, estaba constituida por varios grupos minoritarios que se fueron dividiendo con el paso del tiempo.

[38]​ Por otro lado, es notable la gran cantidad de congresistas fujimoristas cuyo voto fuerte no estuvo en Lima, sino en otras regiones del país.

En un acto simbólico, Perú cedió al Ecuador como propiedad privada (es decir, sin ninguna soberanía) un kilómetro cuadrado de terreno donde se encuentra Tiwinza.

[43]​ A inicios de 1999, una vez que Joy Way asumió el cargo, empezaron las críticas por los miembros del gabinete.

Mientras la maquinaria mediática se centraba principalmente en Castañeda y Andrade, Toledo tuvo un crecimiento sorpresivo al captar los votos que iban perdiendo los otros dos.

En su momento, esas acusaciones no levantaron mayor revuelo en la población que tenía fe en el gobierno y, por extensión, en Montesinos.

Este escándalo no impacto demasiado en la elección del 2000, pues la población se encontraba demasiado polarizada entre Fujimorismo y Antifujimorismo como para que este destape pueda mermar relevantemente las fuerzas de los votantes fujimoristas, que rechazaban la veracidad de esta data o la consideraban irrelevante para determinar su voto.

Habiendo hecho todo el trabajo sucio del régimen, le estaba llegando la hora de enfrentar las consecuencias.

Estos diarios chicha, en cierto sentido, formaban parte de la estructura del ejecutivo, respondían a sus órdenes directas y no tenían una subjetividad inherente.

Por ello, el impacto de sus publicaciones no solía poner al gobierno en aprietos, ya que pasaban desapercibidos.

Asimismo, el estado usaba sus diferentes aparatos administrativos (Sunat, INDECOPI y similares) para ejercer presión implícita sobre los medios.

Esta medida desesperada da cuenta del acorralamiento que enfrentaba el régimen, cada vez más obseso y delincuencial en su aferro al poder.

Montesinos no tomo esto con agrado y ejerció presión utilizando sus contactos en las fuerzas armadas como respaldo para mantener su puesto.

En este contexto, Montesinos tenía la lealtad de todos los congresistas que había convencido para unirse al oficialismo.

[46]​ Como se puede apreciar, todo el manejo del parlamento en este periodo recayó en las manos de Montesinos, sin embargo, la crisis política generalizada y la presión internacional terminaron por desbordar los recursos del asesor presidencial, haciendo que su situación de empoderamiento se torne insostenible.