Esta zona de transición fue muy destruida por la urbanización del Gran Buenos Aires.
Más allá del Riachuelo, ya en el partido de Avellaneda, avanza hacia el sudeste algunos kilómetros más, haciéndolo sobre la paleo barranca del Plata (de menor altura y con su biocenosis muy alterada).
[14] El microclima juega un rol fundamental, ya que el talar se posiciona recostado y encumbrado sobre barrancas generalmente de entre 10 y 20 metros, lo que contribuye a que allí ocurra una atenuación de las heladas invernales, en razón del drenaje del aire frío hacia los terrenos ubicados en posiciones topográficas inferiores.
[15] Las lluvias se presentan sin una época marcada, si bien el invierno tiende a ser menos lluvioso, aunque suele ser húmedo en razón de la menor evapotranspiración dada por las temperaturas frías.
La precipitación anual promedio totaliza desde los 800 hasta los 1100 mm, aunque en las últimas décadas se está produciendo un ciclo húmedo por el cual las isoyetas se han trasladado hacia el interior provincial, con un aumento constante de los acumulados.
El primero corresponde al bosque situado en suelos propios de la pampa ondulada, sobre la llanura superior colindante con la barranca; son ricos en materia orgánica, profundos, muy aptos para la producción agrícola intensiva.
[26] Estos bosques tienen un carácter subclimáxico porque están determinados por el ambiente microclimático y edáfico, es decir, nunca evolucionan hacia fases que permitan alcanzar el estadio terminal del ciclo climáxico local (la estepa de gramíneas).
[31] Fisionómicamente el talar se presenta como un bosque xeromórfico subclimáxico bajo, con especies dominantes con xeromorfia más o menos presente, de hojas reducidas, coriáceas, y hasta áfilas.
Estos factores han favorecido el asentamiento de bosques semixerófilos, por lo que en la misma pendiente medran las especies con raíces más sensibles, que demuestran incompatibilidad al encharcamiento, por ejemplo, numerosas especies de cactáceas.
Así mismo, en las barrancas de la meseta central y partes de la misma en la isla Martín García está presente un bosque xerófilo similar al talar bonaerense, aunque presenta algunas diferencias.
En las abras o claros inalterados del bosque de talas situado sobre la terraza, se presentan pastizales donde abundan las gramíneas: las flechillas común (Nassella neesiana) mansa (Nassella hyalina) blanca (Stipa papposa), Stipa charruana, Stipa philippii, Stipa bavioensis, Melica macra, la cebadilla criolla, (Bromus unioloides), Bromus uruguayensis, Bromus unioloides, el pasto miel (Paspalum dilatatum), la cortadera (Cortaderia selloana), la cola de zorro (Polypogon monspeliensis), la margarita punzó (Glandularia peruviana), la verbena (Verbena brasiliensis), etc.[46] Son varias las enredaderas que trepan por las ramas, en especial destacan las barba de viejo o cabello de ángel (Clematis bonariensis y Clematis campestris), los tasis (Araujia sericifera y Mikania glomerata), la flor del pitito (Tropaeolum pentaphyllum), el patito (Aristolochia fimbriata), la uva del diablo (Cissus palmata), la zarzaparrilla colorada (Muehlenbeckia sagittifolia), el cipó (Urvillea uniloba), la uña de gato (Macfadyena unguis-cati), algunas campanillas (Ipomoea sp.
), los mburucuyás común (Passiflora caerulea) y colorado (Passiflora misera) —una especie amenazada en Buenos Aires—,[47] etc. Entre las epífitas destaca una hemiparásita: la liga (Ligaria cuneifolia), de notables flores rojas, las que son polinizadas por colibríes; no avanza más al sur que el partido de Campana.
El talud soleado de las barrancas constituye un ambiente con rasgos propios dentro del talar de barranca, ya que posee características más extremas, ya que el sol incide muchas horas al día al no tener sombreamiento en razón de que anclaje de las grandes leñosas es muy difícil, y las que lo logran no cuentan con suelos ricos ni humedad adecuada, agravado por la intensa erosión y los frecuentes desmoronamientos.
Es por ello que poseen una flora particular, mucho más adaptada a condiciones áridas, varias de ellas exhiben flores vistosas, las que contrastan con el color rojizo del fondo, proporcionado por el terreno escarpado.
Se observan gramíneas como Setaria pampeana, la paja brava (Melica macra), Bothriochloa ewardsiana, el garbancillo (Astragalus distinens), la pichoga ((Euphorbia portulacoides), cactáceas como Echinopsis oxygona y Opuntia, Lycium ciliatum, el quiebrarao (Justicia campestris), la barba de chivo (Caesalpinia gilliesii), etc.[3] El talar de albardón o de conchilla forma bosques que se localizan sobre terrenos algo más elevados que la llanura circundante, la que se encuentra en suelos más bajos y húmedos, y es el hábitat para numerosas especies herbáceas, formando una estepa dominada por gramíneas y ciperáceas.
En los talares más australes hace su aparición un gran y espinoso arbusto, el curro (Colletia paradoxa), la única leñosa que no «baja» desde el norte, pues accede a este ecosistema al interconectarse este con los arbustales del pedemonte de la sierra de los Padres y otras del sistema de Tandilia oriental.
Entre los arbustos que habitan en el talar de albardón se destaca una especie endémica, la cual se encuentra en peligro crítico de extinción, el ombusillo (Phytolacca tetramera).
Buenos Aires. En el sotobosque umbrófilo se encuentran dos orquídeas: Beadlea elata y Chloraea membranacea; además Blumenbachia latifolia, la ortiga macho (Blumenbachia insignis), la oreja de ratón (Dichondra repens), etc. Entre las especies epífitas, gran parte han quedado atrás.
Ordenadas según su mayor agresividad, encontramos: el ligustro (Ligustrum lucidum ), el paraíso (Melia azedarach), la morera del papel (Broussonetia papyrifera), las moras blanca (Morus alba) y negra (Morus nigra), la acacia negra (Gleditsia triacanthos ), la ligustrina (Ligustrum sinense), Cotoneaster glaucophyllus var.
[67][68][69][70] Entre los componentes faunísticos son preponderantes las aves,[71] muchas de ellas nidifican en este ecosistema.
También son frecuentes la lagartija teyú (Teius oculatus), la lagartija de monte (Aspronema dorsivittata), las viboritas de cristal (Ophiodes vertebralis y Ophiodes intermedius),[67][104] la culebra listada (Lygophis anomalus), la culebra verde y negra (Erythrolamprus poecilogyrus), etc.[105] El mayor ofidio no bóido de la Argentina, la ñacaniná (Hydrodynastes gigas) mantiene poblaciones en el delta medio y podría visitar con frecuencia los talares de barranca aledaños.
Relevancia especial posee aquí el lepidóptero símbolo de la argentina, la mariposa bandera argentina (Morpho epistrophus argentinus), la cual posee aquí sus mayores poblaciones y las más australes.
[112] La abundancia de talas hace que el bosque sea habitado por las especies de mariposas que tienen a ese vegetal como hospedador de sus larvas, tales como la ochenta (Diaethria candrena), la picuda (Libytheana carinenta), la bella (Hypanartia bella) y especialmente la atractiva zafiro del talar (Doxocopa laurentia).
[118][119][120] Sobre los talares remanentes se ha practicado ganadería durante siglos, lo que ha resultado en un empobrecimiento o extinción local de las especies más palatables.
Esto permite que el bosque se recree naturalmente, aun después de fuertes intervenciones de tala rasa, si bien lo hace con una fisonomía marcadamente distinta a la original, con ejemplares más bajos, ramificados desde la base con entre 2 a 5 grandes ramas, contrastando con el bosque prístino, el que posee ejemplares con fuste principal bien definido y alturas superiores a los 8 metros.
[124] Además, al asentarse estos bosques sobre solares muy requeridos por sus cualidades ventajosas dada su topografía y sus visualizaciones hacia el cercano y caudaloso Paraná las urbanizaciones se han extendido solo sobre el talar, flanqueadas por terrenos agrícolas.
Otro aspecto dañino para el ecosistema es la proliferación de instalaciones portuarias fluviales, las que destruyen y entrecortan aún más los relictos.
[6] En los talares de albardón la presión agrícola ha sido históricamente menor, sin embargo los talares cercanos a Madariaga se desarrollan en suelos aptos para el cultivo intensivo de la papa, por lo que son eliminados con este fin.
[126][127] En la zona norte es la tosca la demandada, por lo que muchos talares han desaparecido junto a sus barrancas.
[125] La protección, restauración o recreación[128] de talares en buen estado de conservación, además de preservar para las generaciones futuras el patrimonio biológico que constituye un ecosistema y las poblaciones de los elencos florifaunísticos que lo integran, permitirá entre otras, crear “escuelas a cielo abierto”, es decir, herramientas educativas cercanas a los pueblos y ciudades para la enseñanza de la biología in-situ, ofrecer a la sociedad sitios silvestres para que busque esparcimiento en contacto con la naturaleza y contar con recursos atractivos para el ecoturismo (nacional como internacional), segmento del mercado de destinos turísticos y miniturísticos cada vez más importante.