Ese proceso se interrumpió unos años por la guerra civil estadounidense y la Reconstrucción, pero la aparición de Estados Unidos como nueva potencia era incuestionable.[12] Las tensiones por Cuba entre España y Estados Unidos llevaban existiendo desde los años 1870 con episodios (como el incidente del Virginius).Sin embargo, la agitación nacionalista española, en la que la prensa escrita tuvo una influencia clave, provocó que el gobierno español no pudiera ceder y vender Cuba a Estados Unidos como por ejemplo antes había vendido Florida a ese país en 1821.Entonces la opinión pública estadounidense, convenientemente agitada por sus medios de comunicación (como la prensa amarilla), clamaba venganza y la guerra se declaró oficialmente un mes después.Los Estados Unidos, que no participaron en el reparto de África ni de Asia y que desde principios del siglo XIX estaban llevando a cabo una política expansionista, fijaron su área de expansión inicial en la región del Caribe y, en menor medida, en el Pacífico, donde su influencia ya se había dejado sentir en Hawái y Japón.La intentona dio lugar a la crisis de las Carolinas y fue duramente combatida por España, que estaba presente en el archipiélago desde 1521 y había reclamado su soberanía por primera vez en 1667; no obstante, los alemanes (al igual que en otras ocasiones habían hecho los británicos) argüían que España las había abandonado al eliminar la presencia militar en 1787, si bien la actividad misionera y comercial se había reanudado posteriormente y mantenido durante todo el siglo XIX.[26] El gobierno español se hallaba en una encrucijada: si iba a la guerra la derrota era segura por la diferencia de recursos con la que contaba un bando y otro; pero si concedía la independencia a Cuba o se la vendía a Estados Unidos casi seguro habría una revolución que derrocaría el régimen de la restauración, con posible vuelta de golpes de estado, revoluciones, y guerras civiles que habían marcado las anteriores décadas en España durante el siglo XIX.Los dirigentes políticos finalmente prefirieron una guerra perdida de antemano, ya que conocían la superioridad del enemigo, pero optaron por no enfrentarse a una población que había sido convencida del triunfo por una prensa irresponsable y sensacionalista, y que no habría permitido que el ejército no actuara ante un ataque contra el territorio nacional (Cuba no era considerada una colonia, sino una provincia más del país; pero tanto legalmente como de hecho era administrada como una colonia).[28] Los estadounidenses sostuvieron desde el primer momento que la explosión había sido provocada y externa.[31][32] Otros estudios recientes han señalado que, dados los desperfectos causados por la explosión, si la misma hubiera sido provocada por algún artefacto externo, esta habría hecho al barco saltar (literalmente) del agua.[33] Por su parte, el gobierno español rechazó cualquier vinculación con el hundimiento del Maine y se negó a plegarse al ultimátum estadounidense, declarándole la guerra en caso de invasión de sus territorios, aunque, sin ningún aviso, Cuba ya estaba bloqueada por la flota estadounidense.[34] Comenzó así la guerra hispano-estadounidense, que con posterioridad se extendió a otras colonias españolas como Puerto Rico, Filipinas y Guam.Sin embargo, los españoles solo habían logrado hundir un barco estadounidense en toda la guerra: el USS Merrimac.Este encuentro fue seguido por los combates de Fajardo, Guayama, Coamo y por el del Asomante.[40] La expedición estaría formada por tres divisiones: Estos destructores pertenecían a la clase Furor, eran veloces y estaban bien artillados.A la escuadra formada por las tres divisiones antes mencionadas se les sumaban dos carboneros: Covadonga y Colón.Así, antes de que las armas españolas pudieran siquiera asomarse a territorio enemigo, el Gobierno recibió las noticias de la alarmante situación en Filipinas y ordenó a Cámara redirigir la flota hacia el archipiélago asiático.De esta manera las trabas británicas volvieron a aparecer en Port Said, como anteriormente relatado.La soledad diplomática española impidió que pudiera llegar a tiempo al teatro de operaciones.En España el resultado de la guerra se vivió como una tragedia, pero solo entre la clase intelectual (lo que dará lugar al Regeneracionismo y a la Generación del 98), ya que la mayoría de la población era analfabeta y vivía bajo el régimen del caciquismo.El desastre no tuvo nada de excepcional en el contexto de la época: ese mismo año los franceses habían tenido que retirarse vergonzosamente ante los británicos en el incidente de Fachoda, los portugueses también habían tenido que ceder ante ellos en 1890, los italianos fueron humillados por nativos en Abisinia en 1896, los griegos sufrieron una dura derrota ante los turcos, China era un Estado dominado por los extranjeros, los rusos fueron severamente derrotados por los japoneses en 1905 y los turcos fueron derrotados por los italianos en 1912, entre otros ejemplos.[50] El escritor Mark Twain destacó que la lectura del Tratado de París le había transformado en antiimperialista:[51] Pero he pensado un poco más, desde entonces, y he leído detenidamente el tratado de París [que puso fin a la guerra hispano-estadounidense], y he visto que no pretendemos liberar, sino subyugar al pueblo de Filipinas.Años más tarde le llevaría a escribir la oración de guerra en 1904, un relato breve contra el actuar estadounidense en Cuba y Filipinas.La primera publicación del mismo no tuvo lugar hasta 1916, año en el que Albert Bigelow Paine lo incluyó en su obra Mark Twain: una biografía.Al mismo tiempo que Colombia rechazaba la oferta de Roosevelt, se desató una rebelión en el área designada para la ubicación del canal.Roosevelt apoyó la revuelta y rápidamente emancipación de Panamá frente a Colombia.A Filipinas se le concedió un autogobierno limitado en 1907 e independencia absoluta en 1946, tras la Segunda Guerra Mundial.Este flujo masivo de capital (equivalente al 25 % del producto interno bruto de un año) ayudó a desarrollar las grandes empresas modernas en España en las industrias del acero, química, financiera, mecánica, textil, astillero y energía eléctrica.No obstante, este régimen aguantaría treinta años más, incluyendo la neutralidad en la Primera Guerra Mundial, hasta la proclamación de la Segunda República en 1931.Otros buques (los cruceros Río de la Plata, Extremadura, Infanta Isabel y Lepanto, los cañoneros clase Álvaro de Bazán, el cañonero-torpedero Nueva España, la corbeta Nautilus, los destructores clase Furor y el Destructor, junto con otros buques menores) eran de nulo o casi nulo valor militar que se podían conservar, en general, por su velocidad como avisos, para el servicio en territorios coloniales de ultramar, como buques escuela o posibles conflictos internos civiles.
Mapa político del mundo en 1898 que muestra los poderes coloniales de la época. En amarillo, España y en azul claro, Estados Unidos.
Óleo sobre lienzo pintado y firmado con iniciales A.A. por Antonio Antón e Iboleón, hacia 1897. Es una vista ideal de la Escuadra de Instrucción en 1896, antes de la guerra de 1898, ya que los buques representados nunca navegaron juntos. A la izquierda el
acorazado Pelayo
con insignia, seguido por los cruceros
Cristóbal Colón
,
Infanta María Teresa
y
Alfonso XIII
; a la derecha, el crucero
Carlos V
con insignias,
Almirante Oquendo
y
Vizcaya
. Por el costado de estribor del Pelayo navega el cazatorpederos
Destructor
; por las amuras del Carlos V navegan sendos destructores
clase Furor
. Mar marejada y cielos en parte cubiertos.
Flota española del Almirante
Cámara
anclada en el
canal de Suez
en julio de 1898. Su buque insignia, el
acorazado Pelayo
, se ve en primer plano. El último navío de línea es el crucero acorazado
Carlos V
. Finalmente este escuadrón no lucharía en la guerra.
El crucero español
Reina Mercedes
, hundido por su propia tripulación en Santiago de Cuba para bloquear el acceso al puerto.
Jules Cambon
, embajador de Francia en Estados Unidos, firmando el Tratado de París.
Filipinos muertos durante la
Guerra filipino-estadounidense
(1899-1902) que surgió inmediatamente, cuando aquellos se alzaron contra sus nuevos dueños estadounidenses. Más de 4000 soldados estadounidenses y
16 000
soldados filipinos murieron en la guerra. Las estimaciones del total de muertes filipinas alcanzan un millón, aunque la mayoría de los historiadores estiman entre
200 000
y
250 000
muertes, principalmente por una epidemia de cólera.
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48
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49
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52
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El
crucero acorazado
español
Cristóbal Colón
fue enviado a la batalla sin su artillería principal, y destruido en la batalla de Santiago el 3 de julio de 1898.