Se incorporó el mayor general Calixto García a su dirección, y asumió como nuevo nombre el de Comité Revolucionario Cubano.
La fatiga acumulada tras diez años de combates, pesaba mucho sobre casi todo el mundo, incluso entre los rebeldes más ardorosos.
Eso se manifestó claramente en la desunión e innumerables contradicciones que lastraron el desempeño conspirativo.
Dentro y fuera de Cuba se crearon clubes secretos en apoyo a la lucha.
La fatiga y el desánimo de muchos combatientes tras la Gran Guerra, redujo sustancialmente el número de combatientes dispuestos a embarcarse en una nueva lucha, cuando solo habían transcurrido pocos meses tras el Pacto del Zanjón.