Durante las décadas de 1860 y 1870, la industria textil catalana consigue expandirse gracias a las externalidades generadas por la producción algodonera, como una excepción al escaso crecimiento del resto de sus sectores industriales.
[4] Sin embargo este crecimiento empieza a tocar techo durante la década de 1880, ya que el mercado interior estaba saturado y los mercados no coloniales podían acceder a productos más competitivos.
[10][11] Las harinas también experimentaron dos trienios de nuevo y anormal recobramiento.
[12] Por otra parte, los nuevos aranceles frenaron las importaciones de las manufacturas más competitivas del exterior, reduciéndose hasta una tercera parte en el período entre 1891 y 1901.
[15][verifica la fuente] En cualquier caso, el envío de reclutas españoles para sofocar la revuelta supuso una fuente añadida de ingresos para la industria textil catalana, gracias a "las remesas considerables que se hacían para el vestuario de los batallones que sosteníamos en combatir la insurrección".