Como reacción a sus políticas, en 1820, un pronunciamiento militar dio inicio al llamado Trienio Liberal, durante el cual se restablecieron la Constitución y los decretos de Cádiz, produciéndose una nueva desamortización.
[10] El propio Fernando sufrió una grave enfermedad a los tres años de edad y tuvo durante toda su vida una salud delicada.
Como ya había abdicado anteriormente a favor de su hijo, consideró que no cedía nada.
José Bonaparte dejó España, y Napoleón se aprestó a defender su frontera sur hasta poder negociar una salida.
[86] Tampoco él mismo demostró estar a la altura de los gravísimos problemas que aquejaban al país.
[83] La inestabilidad del gobierno fue constante, y los fracasos a la hora de resolver adecuadamente los problemas determinaron los continuos cambios ministeriales.
[87][nota 12] A la mengua del comercio se sumaba la mala situación de la agricultura y la industria.
[89] La producción, sin embargo, se recuperó en general rápidamente, aunque no así los precios agrícolas, lo que causó penurias en el campesinado, obligado a pagar onerosas rentas y tributos.
[93] 1 Madrid 2 Barcelona 3 Sevilla 4 Valencia 5 Granada 6 Málaga 7 Cádiz 8 Córdoba 9 Zaragoza Pese a la continua penuria económica, la población creció, aunque de manera muy desigual.
[92] Escaso de población, comparado con otras naciones europeas, aquella se concentraba además en núcleos urbanos, con zonas rurales casi desiertas, situación que chocaba a los observadores extranjeros.
[106] Utilizó, además, los poderes constitucionales para entorpecer la aprobación de reformas que desearon implantar los liberales.
[107] Los primeros se conformaban con menores reformas y estaban más dispuestos a colaborar con las viejas clases dominantes, mientras que los segundos ansiaban mayores cambios.
[120] El rey no cumplió la promesa e inició una dura represión contra los liberales muchos de los cuales tuvieron que partir al exilio para evitar la persecución.
[122] Las intentonas liberales para recuperar el poder, que se sucedieron en la última etapa del reinado (en 1824, 1826, 1830 y 1831), fracasaron.
En 1829 una expedición partió desde Cuba con la intención de reconquistar México al mando del almirante Isidro Barradas.
[139] Su principal labor fue asegurar la sucesión de Isabel y frustrar las esperanzas del infante don Carlos.
[149] Su inmovilismo económico, político y social acrecentó las graves crisis que aquejaron al país durante el reinado.
Fernando VII contrajo matrimonio en cuatro ocasiones:[23] No parece que el rey fuese agraciado físicamente.
[168] La princesa le contó a su madre que pasaban los meses y Fernando aún no había consumado su matrimonio.
[169] Por otro lado, el rey era además un fumador empedernido de cigarros, lo que le hacía tener un aliento fétido.
[170] Su más reciente biógrafo, el historiador Emilio La Parra López, lo describe como «un hombre de mediana estatura, corpulento (en 1821 pesaba 103 kilos...) Gran comilón, su obesidad fue en aumento con el tiempo, circunstancia que su pintor preferido, Vicente López, no pudo ocultar.
En los excelentes retratos realizados por este artista se observa la creciente obesidad, la pérdida de cabello y el prematuro envejecimiento del monarca, cuyo aspecto es cada vez más abotargado.
Un oficial francés que también trató en persona al rey intuyó «su carácter duro e incluso brutal [detrás de esa] fisonomía nada simpática».
Al oír aquello, Angulema abandonó esa primera reunión con el monarca español con un «poco disimulado disgusto».
[180] Era más cercano al trato popular y las costumbres sencillas que a la rigidez de la ceremonia cortesana tradicional.
Según La Parra López, «el juicio más demoledor sobre la personalidad de Fernando VII lo expresó Napoleón durante su encuentro en Bayona.
[190] Por lo tanto, la imagen de Fernando VII ante sus súbditos fue siempre la del valiente rey que se enfrentó al tirano Napoleón, negándose a renunciar a su corona durante los seis años de su cautiverio (mucho más amable del que los españoles pensaban).
Este mito, que perduraría durante todo su reinado, otorgó a Fernando VII una popularidad mucho mayor que la de cualquiera de sus antepasados entre el pueblo (no entre los liberales, especialmente los emigrados), la cual se mantuvo en líneas generales inalterable hasta su muerte, pese a los desastres y la represión política que en otras circunstancias habrían bastado para defraudar las altas expectativas depositadas en él desde los tiempos de su enfrentamiento con Godoy y sus padres.
La fuga de científicos se debió principalmente a motivos políticos: los exiliados simpatizaban con los franceses o con los liberales.
Todavía en vida del monarca se publicaron diversos esbozos biográficos por lo general muy contrarios al mismo, todos prohibidos en España.