En 1831 viajó a Milán, donde recibió las lecciones de un profesor llamado Giuseppe Molteni.
Durante el viaje de regreso en 1832, atravesó los Alpes, deteniéndose en Ginebra, Lyon, Burdeos, Toulouse y Perpiñán y llegó a Barcelona al cabo de un mes, instalando a continuación su taller en esta ciudad, donde expuso todo lo que había hecho en Milán, dedicándose principalmente a la pintura de retratos.
Durante el año siguiente emprendió su segundo viaje a Italia, pasando por Marsella y Génova, se dirigió a Milán donde adquirió tratados de dibujo ornamental y modelos en yeso, compuso un plan de curso elemental en dieciséis lecciones.
De regreso a Barcelona, visitó Aix, Nimes y Montpellier.
Se iniciaba así la influencia que tendrá más adelante en Cataluña la escuela de restauración italiana, y que se ha mantenido hasta nuestros días.