[2] Como ha señalado el historiador Emilio La Parra López en España esta ceremonia tenía especial significación porque en la Monarquía española, a diferencia de la francesa y la inglesa, no existía la ceremonia de la coronación y consagración del rey, por lo que con esta ceremonia era como se «simbolizaba la continuidad de la dinastía».[2] Las Cortes fueron inauguradas por el rey Carlos IV el 19 de septiembre en el Palacio Real.Carlos IV se dirigió a ellos para decirles que además de jurar «al Príncipe D. Fernando, mi muy caro y amado hijo», también tratarían «varios negocios si se propusiesen y pareciese conveniente resolver».En la nave del templo estaban sentados la nobleza titulada y los procuradores de las Cortes.[2] Según el historiador Enrique Giménez López las razones que llevaron a Carlos IV a plantear la cuestión sucesoria fueron tres:[2] En segundo lugar, por razones de política exterior, ya que existía la posibilidad, en el caso de extinguirse la línea de sucesión masculina, de que la infanta Carlota Joaquina, casada con el heredero al trono portugués, uniera ambas coronas.[8] Las Cortes aprobaron por unanimidad en la sesión del 30 de septiembre el retorno al orden sucesorio de Las Partidas, pero faltó el último trámite para que la Pragmática tuviera plena validez jurídica: su sanción, promulgación y publicación.[10] Según el historiador Enrique Giménez López, las Cortes fueron disueltas de forma inesperada por su presidente Campomanes el 17 de octubre a causa del pánico que causó en la corte española la noticia del asalto del palacio de Versalles por los "patriotas" parisinos diez días antes y el traslado forzoso de Luis XVI y la familia real a París.[11] Sin embargo, el historiador Emilio La Parra López al referirse a la clausura de las Cortes no habla de que hubieran sido cerradas precipitadamente, afirma simplemente que «las Cortes se clausuraron el 5 de noviembre en presencia del rey, con todas las ceremonias propias del caso».Y añade a continuación: «Con el ánimo de resaltar la diferencia con lo que en esas fechas sucedía en la Asamblea Francesa, el embajador de Prusia hizo notar que los diputados españoles se arrodillaron con la cabeza descubierta e inclinada cuando el rey apareció para licenciarlos.