Fue hijo del militar Martín José Artigas Carrasco y de su esposa Francisca Antonia Pasqual.
Sus hermanos fueron Martina Antonia, José Nicolás, Manuel Francisco, Pedro Ángel y Cornelio Cipriano.
[10] José (Pepe) junto sus cuatro hermanos varones Nicolás, José Gervasio, Manuel Francisco y Pedro Ángel fueron llevados por su padre a la Estancia del Sauce-Solo para que aprendieran y trabajaran en las tareas del campo, que era la actividad económica de la familia Artigas, en la estancia que heredó su madre, en la localidad de Sauce.
[11] Artigas pasó estos primeros años entre la ciudad y la chacra de su padre, ubicada junto al arroyo Carrasco.
Recibió en su niñez la mejor educación que en la época se podía dar en su ciudad, la cual consistía en la enseñanza primaria, impartida por los padres franciscanos del convento de San Bernardino.
Según consignó en sus memorias el general Nicolás de Vedia, José Artigas prefirió dedicarse a las tareas rurales.
Lorenzo Barbagelata, por ejemplo, la vincula a las acusaciones, interesadas y falsarias, del libelo de Pedro Feliciano Cavia.
José Artigas también se relacionó con los indios charrúas, según estudiosos como Carlos Maggi en su libro El Caciquillo, durante el período que va desde su adolescencia hasta su ingreso en el cuerpo de Blandengues, etapa en la cual no aparecen referencias en los registros de la época, Artigas habría vivido con los charrúas, llegando a tener mujer e hijo dentro de esa nación.
En 1792, Artigas tuvo otro hijo con una mujer desconocida, llamado Pedro Mónico, el cual quedó al cargo de sus abuelos paternos.
Poco antes de finalizar el siglo XVIII, Artigas se encontró, en aquella frontera, con un afro-montevideano que había sido capturado por los portugueses y reducido a la esclavitud.
Al tener los novios un parentesco relativamente próximo, el cura les encomienda mantenerse en la oración, persignarse, etc. (arrodillados) por tres semanas.
La muerte prematura de las dos hijas y una fiebre puerperal mal curada sumieron a Rafaela Rosalía Villagrán en una grave enfermedad mental (alucinaciones, manías persecutorias, etc.), hecho que acabó por destruir su matrimonio.
Los pueblos de la América española luchaban por su libertad y Artigas quería defender esas ideas en la Banda Oriental.
En las filas artiguistas participaron personajes y caudillos tan importantes para la posterior historia uruguaya como Dámaso Antonio Larrañaga, Juan Antonio Lavalleja, Manuel Oribe, Fernando Otorgués, Fructuoso Rivera y Pablo Zufriátegui.
Artigas, disgustado por el armisticio y ante la evacuación de las tropas porteñas, cumplió con su nuevo cargo trasladándose al territorio misionero, por lo que decidió pasar con sus seguidores a la orilla occidental del río Uruguay, hecho conocido como el éxodo oriental.
Pero las relaciones con su sucesor, el director Supremo Álvarez Thomas, siguieron siendo tirantes y violentas.
Fue convocado por Artigas para tratar sobre el arreglo con Buenos Aires ante la creencia de que estaba por llegar una expedición naval española.
Los cuatro delegados fueron detenidos en Buenos Aires, y el nuevo director ordenó invadir Santa Fe.
Junto a Artigas, participaron en la defensa de su provincia sus lugartenientes Juan Antonio Lavalleja, Fernando Otorgués, Andrés Latorre, Manuel Oribe, el misionero Andrés Guazurarí, apodado «el indio Andresito».
Fructuoso Rivera, por su parte, rodeado por el ejército luso brasileño en su campamento en las cercanías del río Queguay, comandado por Bento Manuel Ribeiro, acordó la pacificación de la provincia, con el llamado Acuerdo de Tres Árboles.
Ramírez persiguió a Artigas hacia Corrientes, donde este contó aun con el apoyo del jefe guaraní Francisco Javier Sití.
El dictador paraguayo José Gaspar Rodríguez de Francia le dio refugio, pero cuidó que no conservara ninguna influencia política ni mantuviera correspondencia con nadie fuera del Paraguay.
Fue en esta localidad donde Artigas conoció hacia el año 1825 a Clara Gómez Alonso, quien fue su compañera hasta la muerte; de esta unión nació en 1827 Juan Simeón, el último de su larga prole y que llegó a ser teniente coronel en Paraguay, hombre de confianza del mariscal Francisco Solano López.
El cura simplemente registra en el libro de difuntos: Los paraguayos y guaraníes misionenses lo llamaban Karay Guazú (‘gran señor’), título que no solo le dieron a Artigas, sino que también a Rodríguez de Francia y Francisco Solano López.
Por otra parte, el historiador Gonzalo Abella recoge el apodo Oberavá Karay (señor que resplandece), título con que los guaraníes de la zona de Curuguaty se referían a Artigas.
[32] En 1855 ante la gestión del presidente Venancio Flores, los restos de José Artigas fueron repatriados desde el Paraguay.
Es decir que Artigas jamás consideró a la Banda Oriental como país independiente, ni nunca la llamó Uruguay.
De su vinculación con la campaña adquirió experiencia para la revolución que luego llevó a cabo.
En la opinión del investigador Carlos Maggi, lo que marcó a Artigas en su adolescencia fue su relación con los indígenas, negros y gauchos.
En gran parte de las principales ciudades argentinas existen monumentos a Artigas o calles e incluso barrios (como "General Artigas", en Córdoba y, distante de tal barrio, el monumento a J. G. Artigas a la entrada del Parque Sarmiento); en Santa Fe, capital de la provincia homónima, se puede apreciar un monumento a Artigas en la rotonda del cruce entre las avenidas Costanera y Javier de la Rosa; así como también en las ciudades entrerrianas se encuentran monumentos que lo conmemoran, como en Concepción del Uruguay y Concordia con plazas y calles con su nombre.