Se inició así el Trienio Liberal en que España estuvo regida por una monarquía constitucional.
Rafael del Riego fue ascendido a general y se convirtió en un mito de la España liberal.
[17] Durante los seis años siguientes (Sexenio Absolutista) el rey y sus ministros no consiguieron resolver la crisis del Antiguo Régimen iniciada en 1808 y que la que sería conocida como la Guerra de la Independencia (1808-1814) había agravado notablemente.
El resultado fue una brutal depresión económica que se manifestó en una caída de los precios (deflación).
[21] Durante el Sexenio Absolutista (1814-1820) se había intentado volver al ejército estamental, «donde los empleos superiores eran desempeñados por los miembros de la nobleza, mientras que la tropa provenía de la recluta forzosa, los voluntarios y los condenados por tribunales al servicio militar».
Las dificultades económicas y de ascenso hicieron el resto», ha afirmado Víctor Sánchez Martín.
[24] El primero se produjo en Navarra en septiembre de 1814 y estuvo encabezado por el héroe de la guerrilla Francisco Espoz y Mina, que al no conseguir tomar Pamplona huyó a Francia.
[35] En 1817 sólo se destinan algunos refuerzos a Perú y Chile que partieron al año siguiente en barcos rusos.
[36] La Gran Expedición fue organizada por el antiguo virrey novohispano y capitán general de Andalucía, Félix María Calleja del Rey.
Según él, fue un error enviar tal fuerza a un lugar de clima tropical y pantanos, donde los soldados europeos pronto fueron diezmados por la malaria, fiebre amarilla y el resto de enfermedades tropicales.
De haber seguido el plan original hubieran ido a una región con un clima similar al propio, apoyadas por ofensivas peruanas en Charcas y Chile.
[63] El plan que elaboraron, en el que se implicaron otros oficiales, consistía en la convergencia de tres fuerzas militares sobre la ciudad de Cádiz para tomarla y proclamar allí la Constitución.
La segunda fuerza acantonada en Alcalá de los Gazules y al mando del coronel Antonio Quiroga —donde estaba detenido desde los sucesos de El Palmar—,[5] más las que se encontraban en Medina Sidonia, marcharían hacia San Fernando para arrestar al capitán general Cisneros y continuar hacia Cádiz.
Se trataba de «una guerra inútil, que podría fácilmente terminarse con solo reintegrar en sus derechos a la nación española.
Este les alcanzó en Marbella donde hubo un enfrentamiento que causó importantes bajas entre las tropas de Riego.
El 8 de marzo, continúa relatando O'Donnell, «las reliquias de la división enemiga, que se habían metido en Sierra Morena, se reducían ya a unos 270 hombres en total, comprendidos muchos heridos y espeados que llevaban en caballerías para poder huir más aprisa, y reducidos a un estado de nulidad absoluta».
[81] Riego se dirigió entonces a Extremadura por Fuente Obejuna y en Bienvenida —ya solo le seguían unos cincuenta soldados y oficiales— decidió disolver la unidad con el propósito de pasar a Portugal al considerar que la causa estaba perdida.
Los sublevados demandaban al rey que se uniera «a la voluntad general de sus pueblos, convocando las Cortes Generales del reino para el acierto de las deliberaciones que salven nuestra patria».
El manifiesto terminaba con un párrafo que se haría célebre (porque Fernando VII incumplió la promesa que aparecía en él y «casi al día siguiente de jurar la Constitución comenzó a actuar para derribarla»):[118][119][120]
Hubo «sobradas víctimas», según relató al día siguiente el general Juan Villavicencio.
[128] Tampoco los obispos se manifestaron en contra de la disolución y ni siquiera lo hizo el propio inquisidor general Jerónimo Castillón y Salas, quien abandonó Madrid para marcharse con sus subordinados a su sede episcopal, Tarazona.
[130] También se celebraron farsas carnavalescas en varias ciudades, como en Málaga, donde un muñeco que representaba el servilismo fue llevado a la plaza a palos para ser quemado entre responsos de «muchos liberales transformados en frayles [sic] de varias órdenes».
Para completar la sátira anticlerical en la procesión también iba llevado en andas «un ingenioso y chistoso andaluz» que imitaba la «farsa ridícula» de San Isidoro.
El 20 de marzo junto con 2500 hombres llegó a Sevilla donde fue recibido como un héroe.
[...] El mundo no verá desmentidos estos sentimientos, ni los del amor y respeto más profundo con que su Jefe ruega al cielo guarde la vida de S. M. dilatados años, para el bien y prosperidades de la monarquía constitucional».
[135] Como han destacado Ángel Bahamonde y Jesús Antonio Martínez, Riego «pasó a convertirse en el primer gran héroe de la revolución y a quedar asociado con el ideal liberal.
Un año después de su muerte el exiliado liberal español Félix Mejía publicaba en Filadelfia No hay unión con los tiranos, morirá quien lo pretenda, o sea: la muerte de Riego y España entre cadenas.
[143] También Marcelino Menéndez Pelayo vertió duras críticas sobre el pronunciamiento de Riego.
Reparaz calificó asimismo a Riego y Quiroga como «inútiles», pues el primero no logró tomar Algeciras con 1600 hombres y «era tan incapaz de mandar que, aunque poco y mal perseguido, quedó solo, teniendo que esconderse en Sierra Morena», mientras que el segundo se veía muy apretado por el general Freire.
[150] Tirado afirmó también que Rafael del Riego había sucedido a Romero Alpuente como presidente del Consejo Supremo de una rama masónica conocida como Comuneros de Castilla, que habría destacado por su «radicalismo revolucionario».