Invasión lusobrasileña

La invasión lusobrasileña fue un conflicto militar que en la actualidad posee pocas fuentes de información en comparación con otros temas.

La monarquía portuguesa aprovechó la situación enviando al militar y diplomático Joaquín Javier Curado ―lo que se conoce como Misión Curado― a ofrecer, en términos conminatorios, la aceptación del protectorado en la Banda Oriental con el argumento de preservarla de un virrey al que consideraba «afrancesado».

Mucha agua había corrido bajo los puentes y otros vientos soplaban tanto en Europa como en América.

Según los historiadores uruguayos Washington Reyes Abadie, Oscar H. Bruschera y Tabaré Melogno,[35]​ y del argentino Raúl Scalabrini Ortiz,[36]​ esa seguridad se la dio, en primer lugar, Manuel José García, enviado de las Provincias Unidas ante Inglaterra y la corte real portuguesa establecida en Río de Janeiro, con el fin de evitar que apoyaran al Imperio español, en momentos en que esta intentaba recuperar las colonias independizadas.

El ejército luso-brasileño en total contaba entre 10 000 a 12 000 hombres,[25]​ perfectamente armados y disciplinados, veteranos de las guerras napoleónicas.

[45]​ “El movimiento general se ha de hacer con la brevedad y sorpresa posibles, a cuyo fin impartiré las ordenes y cautelas convenientes”, por lo cual encarecía la necesidad de que se le comunicara cualquier noticia para poder “dirigir los movimientos con la rapidez que demanden las circunstancias”.

[45]​ Debiendo así, el comandante Fructuoso Rivera marchar a Maldonado con su segunda División de Infantería Oriental para operar en forma conjunta con Otorgués, para desde allí, ponerse en actividad, hacia Santa Teresa, o hacia la Capital “si continuaban los buques hacia ese destino” (es decir si desembarcaban en Río Grande y avanzaban por tierra);[45]​ Manuel Artigas debía entrar “con dos escuadrones a Montevideo y armar con la gente de esta… otro escuadrón de caballería”,[45]​ mientras que “el tren volante debe situarse en Canelones”,[45]​ donde se formaría, también, dos campañas cívicas, para su custodia.

El Agrupamiento Central, fraccionado en dos destacamentos, avanzaría en dirección a San Diego, cuartel general de los portugueses.

[27]​ Sotelo que atravesó el río Uruguay en Yapeyú, para poder desembarcar en las Misiones Orientales (Provincia donde se encontraba Andresito) fue atacado por sorpresa el 21 de septiembre por Abreu, que le tomó 1.500 reses y bastantes caballos, obligándolo a regresar nuevamente a la parte occidental del río Uruguay.

Para facilitar sus operaciones, los portugueses adelantaron su Cuartel General hasta la costa del río Ibaracohi Grande, con el objetivo de acercarse más a los orientales.

Pueyrredón recibió a los comisionados orientales con grandes honras, y los reunió con una junta extraordinaria consultiva integrada por las principales autoridades del Estado.

Los delegados orientales enviaron inmediatamente lo convenido a Montevideo, y tanto Barreiro como el Cabildo, sin duda adivinando la reacción de Artigas, manifestaron su oposición al texto.

Las fuerzas del general da Silveira, a su vez habían atravesado el río Yaguarón, en los primeros días de noviembre.

Ante la superioridad numérica del enemigo, Otorgués se batió en retirada, dejando mínimas bajas, hacia el arroyo Cordobés, perseguido de cerca por una partida portuguesa.

Desinteligencias entre ambos jefes, por razones de mando, impidieron presentar batalla al enemigo, dirigiéndose Otorgués hacia el río Yi.

Al otro día, Carvalho, con hombres escogidos y armados, será enviado a atacar y destruir lo que restaba, exceptuando los pueblos de la costa del río Paraná, reclamados por el Paraguay, a los que no se debía infligir el menor daño.

[25]​ Yapeyú fue totalmente destruido, y hasta el propio Bartolomé Mitre se refirió: “La historia no presenta un ejemplo de invasión mas bárbara que esta.

Los misioneros, con gran valentía, salieron a su encuentro enarbolando bandera roja, simbolizando que la contienda sería total.

[26]​ Desde enero hasta septiembre de 1817 ―época en que pudo controlar Lecor las costas y el territorio oriental al sur del Río Negro―.

Los portugueses que intentaron varias salidas, fracasaron ante las milicias criollas al mando de Rivera, Lavalleja y Manuel e Ignacio Oribe.

En sus conversaciones con los principales jefes ―Barreiro, Rufino Bauzá y Bonifacio Ramos― el caudillo supo que la opinión prevalente entre ellos y sus oficiales era por la “concordia” con Buenos Aires, como único medio de obtener apoyos militares que permitieran la continuación de la guerra contra el invasor portugués.

Artigas rechazó con desagrado esta opinión y se retiró, designando a Fructuoso Rivera como “Comandante General del Ejército de la derecha”.

[27]​ Por esas mismas fechas cayó prisionero Fernando Otorgués, en manos de Bento Gonçalves da Silva, y fue enviado a la Isla das Cobras.

Estas baterías implementadas por Artigas ofrecieron resistencia, pero fueron reducidas luego de ser atacadas en forma combinada por Senna Pereyra y Bento Manuel Ribeiro.

También en diversas acciones fueron tomados prisioneros importantes jefes orientales, como el coronel Manuel Francisco Artigas, en las inmediaciones de San José, y Joaquín Suárez, sorprendido en Canelones.

Prácticamente sin jefes ni recursos, Artigas planeó, al iniciarse el año siguiente, una nueva ofensiva en 1819.

El efecto de sorpresa perseguido por Artigas se vio anulado porque los portugueses interceptaron un chasque que llevaba comunicaciones importantes.

Comprendiendo su fracaso, Artigas no juzgó oportuno seguir adelante haciendo un compás de espera, aguardando circunstancias más favorables.

En los últimos meses de 1818, cuando Artigas ya estaba casi derrotado, Campbell continuó peleando ―y obteniendo victorias― en el río Paraná.

El primer apostadero naval fue Colonia del Sacramento desde donde era fácil controlar la llegada de los buques mercantes portugueses a Buenos Aires.

Planisferio Cantino (de 1502), en el que se encuentra marcada la línea de Tordesillas . La región del Río de la Plata fue zona de frontera entre España y Portugal y como tal, zona de alta conflictividad y teatro de cruentas luchas a lo largo de varios siglos.
Juan VI de Portugal , el rey del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve , trató de cerciorarse al máximo de que su campaña de conquista a la Banda Oriental, no sufriera ningún problema.
Embarquement des troupes a Prahia Grande pour I'Expedition contra Monte Video (1816), de Jean-Baptiste Debret , muestra cómo el rey Juan VI pasa revista, en su cumpleaños, a sus tropas destinadas a la invasión de la Banda Oriental .
Carlos Federico Lecor fue el principal gestor de la invasión lusobrasileña y estuvo bajo el mando del cuerpo elite del ejército luso-brasileño denominado «Divisão de Voluntarios Reais do Principe»
Artigas en la Ciudadela (1884), cuadro de Juan Manuel Blanes .
La Ilha das Cobras , situada sobre la bahía de Guanabara al Suroeste de la ciudad de Río de Janeiro , sirvió de prisión para los oficiales artiguistas capturados, como Bernabé Rivera , Andresito Guazurarí y Juan Antonio Lavalleja .