La diferente actitud mostrada por Roma en una fecha y en otra se explica, según Emilio La Parra y María Ángeles Casado, porque en 1820, al contrario de lo sucedido en 1813, la abolición de la Inquisición fue bien acogida.
"Según todos los indicios, se podría decir que a estas alturas los españoles, salvo una minoría, ya estaban hartos del Santo Tribunal".
[1] Durante todo el Trienio Liberal participó "en cuantas intrigas organizaron los medios eclesiásticos contra la Constitución" y no se mantuvo en absoluto al margen de la política española.
Sin embargo, durante todo el Trienio persistió el conflicto entre los obispos y las autoridades civiles en relación con la censura de publicaciones.
Participó en el cónclave de 1829 que eligió como nuevo papa a Pío VIII.