Pero un decreto del día 25 les retiró ese honor para reservarlo a la Guardia Nacional.
En 1832, bajo la Monarquía de Julio, se revisó la lista, rechazándose algunos expedientes por considerarse «dudosos» y fijando la cifra final en 630.
[14] El acontecimiento tuvo una fuerte resonancia en Europa entera, no tanto por la importancia del suceso, sino por su valor simbólico, que aún perdura como hito en la historia de las revoluciones.
En 1789, el movimiento se extendió en seguida a las capitales de las provincias francesas.
Los liberales temieron que la concentración de tropas reales llevadas a Versalles, provenientes de las guarniciones fronterizas, intentarían clausurar la Asamblea Nacional Constituyente (que se reunía en Versalles).
Las masas se arremolinaron por todo París, llegando a juntarse 10 000 personas en torno al Palais Royal.
Camille Desmoulins, conocido francmasón de la logia de las Nueve Hermanas, según Mignet,[15] concentró a una gran muchedumbre, subido a una mesa y con una pistola en la mano, al grito de: Los regimientos suizos y alemanes a los que se refería eran tropas mercenarias extranjeras que constituían una parte significativa del ejército real prerrevolucionario.
Este malestar se manifestaba en el comienzo de saqueos a tiendas y almacenes.
Una vez más, la medida que tenía la intención de refrenar las revueltas solo sirvió para provocarlas.
Cada hombre llevaría como marca distintiva una escarapela con los colores de París, rojo y azul.
[20] Los Inválidos estaban protegidos por cañones pero la toma fue sencilla porque sus guardias parecían dispuestos a no abrir fuego sobre los parisinos.
Este reunió a los jefes de los cuerpos para saber si sus soldados marcharían sobre los amotinados.
Este acontecimiento capital pudo haber cambiado el curso del día.
La guarnición regular consistía en 82 inválidos (soldados veteranos no apropiados para el servicio de combate).
Los miembros del Comité permanente no habían previsto tomar el edificio por la fuerza pero deseaban abrir la vía de las negociaciones.
[23][24] René-Bernard Jordan de Launay ordenó entonces disparar sobre la muchedumbre, haciendo numerosas víctimas.
Los asaltantes comprobaron que la fortaleza era una ratonera y la lucha se hizo más violenta e intensa, mientras las tentativas por parte de las autoridades para dictar un alto el fuego no fueron tenidas en cuenta.
A las 15:30, los atacantes se vieron reforzados por 61 "gardes françaises" (guardias franceses) amotinados y otros desertores de las tropas regulares, bajo el mando de Pierre-Augustin Hulin, antiguo sargento en la Guardia Suiza.
Estos fueron colocados en batería contra las puertas y el puente levadizo de la fortaleza.
Una carta con los términos de la rendición fue pegada por un hueco en las puertas interiores e inmediatamente rescatada por los asaltantes.
Las demandas exigidas fueron rechazadas, pero de Launay rindió la plaza porque comprendió que sus tropas no podían resistir mucho más tiempo en esa situación y abrieron las puertas del patio interior y los parisinos tomaron la fortaleza hacia las 17:30.
En el camino, Bernard-René de Launay fue apuñalado,[26] su cabeza aserrada y clavada en una pica para ser exhibida por las calles.
Estos y dos guardias suizos fueron los únicos militares fallecidos, ya que el resto de la guarnición fue protegida por la Guardia Francesa para que más tarde o más temprano fueran liberados y pudieran volver a sus regimientos.
Esta orden llegó al Ayuntamiento a las dos de la madrugada del día siguiente.
Mientras, la ciudadanía de París, esperando un contraataque, atrincheró las calles, levantó barricadas construidas con adoquines y se armó, lo mejor que pudo, sobre todo con picas improvisadas.
C. Ganilh y Bancal-des-Issarts, enviados al Ayuntamiento de la capital, confirmaron este informe.
Así, los revolucionarios reunidos en la Asamblea y en el Ayuntamiento comenzaron a contar con la fuerza de la movilización popular.
Necker regresó a París triunfante desde Basilea (triunfo que luego se demostró efímero).
Pero la asamblea fundada "ad hoc", casi inmediatamente revocó la amnistía para salvar su propia existencia, y quizás las propias cabezas de sus miembros, e instituyó un tribunal de primera instancia en Châtelet.
[3][30] Este artículo incorpora material de las siguientes fuentes bajo dominio público: