En la actualidad, la temática del café es uno de los motivos más representados en las artes, las artesanías, el folclor y la cultura popular.
Con el tiempo, se formó una élite social y política dominante enriquecida gracias a su cultivo.
El Teatro Nacional de Costa Rica fue edificado en 1897 parcialmente financiado con un impuesto a la venta del café.
Las decoraciones y obras de arte presentes en este edificio, considerado joya y patrimonio histórico de la nación, son en gran medida alusivas a esta bonanza obtenida por la exportación del grano.
Surgió la idea de que en Costa Rica se produce "el mejor café del mundo".
No es sino hasta recientemente, con la comprensión de la naturaleza pluricultural y multirracial del país, que esa oposición simbólica entre el Valle Central y el Caribe ha comenzado a diluirse, evidenciando que Costa Rica es una tierra de contrastes culturales.
El consumo del cacao como parte de la cultura costarricense tiene sus raíces en la época precolombina.
[4] Durante la época colonial, los colonos costarricenses acostumbraban tomar bebidas hechas a base de cacao durante tres tiempos del día: durante el desayuno, en el cual se consumía una bebida caliente entre las 5 y 6 de la mañana; a la tarde, cuando se tomaba el tibio, bebida de cacao generalmente sin azúcar, o el chilate (que todavía se prepara en lugares como Alajuela), hecho de maíz tostado y molido con cacao más chile y agua; y a las 7 de la noche, se tomaba el chocolate, espumoso y bien batido, para ir a dormir.
Aunque el traje es de tipo tradicional, ha ido sufriendo cambios tanto en las áreas rurales como urbanas, debido a factores históricos.
También existen varios factores que influyen en la manera de vestir: condiciones geográficas, climáticas, económicas y sociales.
Durante los bailes folclóricos, las mujeres agitan esta falda dándole mucho colorido a la interpretación de la pieza.
En ocasiones cargan canastas llenas de flores o portan un delantal que hace juego con la blusa.
Varios factores que influyen en la manera de vestir: condiciones geográficas, climáticas, económicas y sociales.
El traje típico más conocido es el que recuerda al campesino del Valle Central, en el cual la mujer utiliza una blusa blanca y una vistosa y larga falda de vuelos amplios y vivos colores, se peina con una trenza, maquillada y con flores en la oreja, mientras que el hombre lleva camisa blanca, pantalón blanco u obscuro, un sombrero de ala pequeña conocido como "chonete", machete al cinto, y el pañuelo, llevando en la mano o anudado al cuello o a la cintura, que puede ser rojo o azul.
Tanto la falda como el pañuelo llevan decorados que recuerdan a las carretas típicas pintadas.
Se produce en cuatro zonas específicas del país: Guanacaste, el Valle Central, Limón y Puntarenas, no obstante, cada provincia cuenta con su propia idiosincrasia, además la música amerindia está presente en las diversas zonas y complementa la cultura nacional.
Otros ritmos autóctonos son la parrandera, las batambas, los arranca terrones, los garabitos, las camperas y otras.
Muchos instrumentos musicales son herencia que proviene del pasado precolombino, la colonia española y la inmigración afroantillana.
Se considera la versión costarricense de la payada española popular en América del Sur (Bolivia, Chile, Uruguay y Argentina).
En su artículo "Tamborito chiricano puntarenense", el investigador logró obtener una serie de testimonios, en los que pudo determinar que inmigrantes panameños provenientes de la Provincia de Chiriquí, en el último cuarto del siglo XIX y principios del siglo XX, introdujeron el punto a Puntarenas, que posteriormente pasaría a Guanacaste.
Otra celebración destacada es la del Cristo Negro de Esquipulas en Alajuelita y Santa Cruz.
Región Huetar Norte, que tiene como lugares Guatuso, San Carlos y Sarapiquí, y las zonas fronterizas con Nicaragua, tiene como tradición el refresco de piña con arroz, miel de ayote, prestiños, tártaras, plátano frito con natilla, entre otros.
Los fieles atribuyen a la Virgen numerosos milagros o viajan para solicitarle ayuda.
Además, cada grupo religioso celebra sus festividades sagradas de acuerdo a su religión (Pascua, Hanuka, Ramadán, etc).
Las leyendas costarricenses han sido transmitidas de forma oral desde épocas precolombinas y coloniales.
Existen supersticiones arraigadas en la cultura popular como la práctica de magia blanca y magia negra, los agüizotes, el mal de ojo, la creencia en las limpias y los curanderos, los santos seculares (como el culto al Dr. Ricardo Moreno Cañas, por ejemplo), etc.
La mascarada tradicional costarricense tiene sus orígenes en la época colonial, relacionada con la tradición española de los gigantes y cabezudos, aunque incluye diversos elementos que se remiten al pasado precolombino, con influencias de comunidades indígenas autóctonas, lo que le da a su origen un carácter pluricultural y sincrético.
A menudo cuando la gente camina por las calles o en las tiendas saludan diciendo "pura vida".
UU. que tenían como objetivo hacer de Centroamérica un Estado esclavista, durante la estadía los costarricenses fueron bautizados "ticos" por los nicaragüenses, ya que era común escucharlos llamarse entre ellos "hermaniticos", asumiéndolo con orgullo por su valentía en la gran gesta.
‘Tuanis’, por ejemplo, significa ‘bueno’, en este caso se cambió la ‘b’ por la ‘t’; la ‘e’ por la ‘a’ y la ‘o’ por la ‘i’.