Virgen de los Ángeles (Costa Rica)

Se le llamó con ese título porque el día del hallazgo de la imagen los franciscanos conmemoran a esa advocación.

Muy contenta pensando que ya tenía dos esculturas, hizo lo mismo, la llevó a su casa para guardarla en el cajón junto a la otra, pero al buscarla, no la encontró, y así extrañada guardó la nueva imagen descubierta.

Mientras tanto, la joven volvió al lugar del hallazgo y encontró allí la pequeña efigie, llevándola nuevamente al sacerdote quien esta vez intrigado, y sospechando que la imagen no representaba una simple muñeca, la guardó dentro del sagrario bajo llave.

El segundo Arzobispo de San José, Víctor Sanabria Martínez, intentó recuperar datos sobre ella.

En ellas se pretendió extender ese honor a toda la cultura indígena y afrodescendiente de Costa Rica.

Actualmente en la cripta de la Basílica, en una urna se encuentra una pequeña estatua en recuerdo a la trabajadora, humilde y lamentablemente olvidada mujer conocida como Juana Pereira.

Según ciertas fuentes, en esa época del hallazgo, era común la imaginería religiosa en el Valle Central de Costa Rica, donde maestros y aprendices se especializaban en hacer imágenes en madera o piedra, para venderlas en el mercado local.

Con base en eso, se podría concluir que la imagen tiene características unidas de los dos continentes.

La imagen no sobrepasa los 20 cm de alto, se le conoce popularmente como La Negrita por su color gris-verduzco.

Ella está hacia el frente, viste una ancha túnica, y un grueso manto la cubre casi por completo.

Al emblema nacional se le agregaron algunos anillos que donó el obispo Rodríguez Quirós.

Hallazgo de la imagen de la Virgen. Mosaico en San José, Costa Rica.
Detalle de la imagen sin sus ornamentos.
Imagen de La Negrita en su trono, resguardada para una procesión.
Virgen de los Ángeles en el altar principal de la Basílica