Duendes del bacín

También se les puede ver jugando por los potreros o cafetales a altas horas de la noche.A veces, los duendes se encariñan con una familia y proceden a ayudar en el oficio doméstico: barren la cocina, lustran el molendero, chorrean café, baten el chocolate, desenyugan los bueyes, pican vástago, reparten plátano entre los terneros, raspan la tapa de dulce, fungen como protectores de los niños y hasta le traen comida a los dueños de la casa.Enmarcada en este último aspecto, es que se desarrolla la leyenda de los duendes del bacín.Cansados de las maldades de los duendes, la familia decide dejar sola la casa por unos meses, pero para que los duendes no se dieran cuenta y se fueran a la nueva casa, decidieron hacerlo al mediodía y en silencio.Echaron todas las cosas de la casa en una carreta y sin hacer ruido, se alejaron, cuando repentinamente, uno de los niños, que solía orinarse en las noches, exclama: «Dejamos el bacín»..., y es cuando se oye una vocecilla que echa una carcajada debajo de la carreta y dice: «¡adió, no se preocupe, que aquí lo llevamos!»
Ilustración de Arthur Rackham .