La supuesta motivación para este cambio varía entre el deseo de tener un sirviente humano, el amor hacia los niños o la simple malicia.
Entonces éste, audaz, con la espada desenvainada salió corriendo por la puerta, su izquierda cuidadosamente envuelta, y atravesó por la mitad a una de estas mujeres, más o menos por esta parte (¡salvo me sea lo que toco!).
Así, había métodos tales como flagelar al presunto niño cambiado, tirarlo a un montón de basura, e incluso meterlo en un horno caliente.
El niño cambiado exclamó: «Aunque soy tan viejo como un roble del bosque, nunca he visto preparar cerveza en una bellota» y desapareció.
Las niñas cambiadas crecen con sus nuevos padres, y ambas se convierten en hermosas jóvenes, pero encuentran difícil adaptarse.
Las leyendas sobre niños cambiados abundan también en el folclore asturiano, en el que se atribuye con frecuencia a las xanas o injanas, criaturas feéricas hermosas pero no siempre benévolas, el cambio de bebés humanos por xanines, para que una madre humana bautice y amamante a sus criaturas.
El folclorista Aurelio del Llano recoge, entre otras, esta leyenda: —Injana mora, dame el mió críu y toma el tuyu.