Algunas de las figuras ya se hallan documentadas en el siglo XV, tanto en África como en Asia y Europa.
Las tierras de la Península en la zona musulmana tenían prohibido por el Corán representar seres vivos en los lugares sagrados.
Al avanzar la Reconquista, con sus repobladores cristianos, desplazando a los pobladores musulmanes, o asentándose en poblaciones separadas, llevaron consigo sus tradiciones.
[1][2] Con la serpiente, el demonio y el dragón, las figuras eran el simbolismo de los vicios que Cristo Sacramentado había vencido.
En España, las primeras referencias escritas en novelas datan de 1276[3] en Pamplona (Navarra) con tres gigantes que representaban a tres personas de Pamplona: Pero Suciales (leñador), Mari Suciales (aldeana) y Jucef Lacurari (judío).