Mascarada tradicional costarricense

Su origen parece ser producto de prácticas festivas coloniales y amerindias.Las máscaras prehispánicas se hacían de materiales diversos (arcilla, piedra volcánica, madera y jade), se coloreaban con pigmentos naturales, y sus temáticas eran propias de la cosmovisión indígena.Existen referencias a “disfraces y máscaras” utilizadas en Cartago desde la época colonial como en 1809.A partir de allí, Rafael Valerín elaboró otras máscaras usando papel desechable, engrudo y cedazo, las cuales mezcló con la tradición de los mantudos (que así se llamaban a unas personas que se envolvían en mantas de colores con agujeros para los ojos y la nariz en la cara), sacándolos en las festividades para recibir a los peregrinos que se acercaban en romería para visitar a la Virgen de los Ángeles.En 1930, ya en su vejez, Jesús Valerín le vendió los moldes de las mascaradas a los hermanos Pedro y Manuel Freer, los cuales llevaron la mascarada a las fiestas de San José en Zapote y otras ciudades de todo Costa Rica como Santa Cruz y Santo Domingo.Finalizado el proceso de escultura, se le agrega la pintura, el armazón, el vestido, etc.Otro de los personajes llamativos es el Padre sin Cabeza, generalmente un mantudo compuesto por una armazón con un vestido negro a modo de sotana o indumentaria que recuerda a un sacerdote católico, pero que no lleva cabeza, haciéndolo un personaje único.Los cabezudos son mantudos de menor tamaño que los gigantes, cuya pieza principal se coloca directamente sobre la cabeza del usuario, cubriéndola por completo.Entre los personajes representados con más frecuencia entre los cabezudos, destaca el Diablo (Cuijén o Pisuicas, en el lenguaje coloquial costarricense).La máscara suele integrar elementos como cuernos, rasgos pronunciados o grotescos, dientes, lengua afuera, orejas puntiagudos, sonrisa sardónica, etc.Otro personaje que se representa con frecuencia es la Muerte, también llamada la Calaca, Calavera, Pelona o Ñata, cuyo aspecto recuerda un cráneo humano desnudo y caricaturizado.Las máscaras del casco generalmente representan animales o personajes de leyenda.Las cimarronas son pequeñas bandas de músicos aficionados que suelen acompañar a la mascarada mientras desfilan por las calles durante las festividades.En cada cuadra, las cimarronas tocan música de fanfarria para que las máscaras bailen mientras el público asistente las rodea.Dos piezas muy conocidas utilizadas en el baile de las mascaradas son La Jota y el Vals Jota, que el populacho identifica con la onomatopeya “farafarachín” por su ritmo característico,[2]​ y que se ha convertido en elemento icónico de las mascaradas.Aunque la mascarada existe prácticamente en todo el país, hay varias cantones que se destacan especialmente por contar con una historia íntimamente ligada a la tradición, de donde se extiende a toda la nación, y la presencia de artesanos mascarareros reconocidos.Otros cantones donde la tradición artesanal mascarera tiene una presencia importante son Desamparados, Alajuelita, Oreamuno, Paraíso, Esparza, Santa Cruz, Cañas, Heredia, Mora, Palmares, Grecia, Sarchí y Tres Ríos de La Unión y en San Pablo de León Cortés Castro.Destacan también los hermanos Pedro y Manuel Freer, que trajeron la tradición a San José, así como Carlos Salas, primer mascarero de Barva.Durante muchos años, Pedro Arias viajó por distintas comunidades del país organizando mascaradas locales, por lo que se le considera el “maestro de los mascareros nacionales”.También pueden mencionarse los nombres de los artesanos aserriceños Rafael Ángel Corrales Durán -oriundo de Escazú-, William Fallas Aguilar, Ana Guevara Hernández, Olman Sánchez Monge, Jorge Corrales Picado y Alonso Murillo Valverde.Este último es tal vez el más reconocido a nivel internacional como rescatista de esta tradición, fundador de Asociación Grupo Cultural Aserrí - AGruCA (www.grupoculturalaserr.wixsite.com/agrucacr) agrupación dedicada al rescate y promoción de la mascarada tradicional costarricense y cuya obra se ha presentado en Corea y España, entre otros países.
Exhibición de una mascarada tradicional costarricense en el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (CICPC), del Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ), 31 de octubre de 2013.
Máscara precolombina de oro
Máscaras artesanales maléku .
La Giganta está inspirada en las señoras acaudaladas y encopetadas de la Costa Rica colonial.
La máscara del Diablo integra elementos indígenas.
Máscaras artesanales de casco.
Feria de la Mascarada en Barva de Heredia.