Su literatura ha dado, además de bellos trozos costumbristas, singulares ensayistas y prosistas en la primera mitad del siglo xx.
Cuenta con una fuerte tradición escultórica que tiene sus raíces ancestrales en las esferas de piedra, esculturas en piedra, jade y cerámicas precolombinas, legado que posteriormente ha sido cultivado y continuado por escultores como Francisco Zúñiga, Juan Rafael Chacón, Juan Manuel Sánchez, Juan Portuguez Fucigna, Domingo Ramos, José Sancho, Olger Villegas, Max Jiménez, Ibo Bonilla y Jorge Jiménez Deredia.
[3] A lo largo de su historia, Costa Rica ha experimentado hitos que han orientado sus rasgos culturales.
Además del factor histórico, Costa Rica tiene un conjunto de elementos que lo definen: sus tradiciones, idiomas, gastronomía, héroes, leyendas, mitos, símbolos y todo aquello que está presente en lo cotidiano y es considerado genuino de la nación.
Este movimiento va a dar como resultado el surgimiento de una identidad nacional en el arte plástico costarricense, reflejado en la pintura, la escultura y la literatura.
El abstraccionismo incursionó en el país en la década de 1960, causando una verdadera revolución en el ámbito artístico nacional, nunca expuesto previamente a esta nueva vanguardia.
Cada pueblo tiene sus parques urbanos, plazas y jardines con arraigo en la cultura popular, de relevancia histórico o referente social.
Estos espacios públicos se encuentran al alcance de los habitantes y su uso busca alcanzar el provecho colectivo.
Está construido en forma de pirámide invertida, cuenta con tres niveles y es el único edificio subterráneo del país.
Tras la independencia en 1821, empezaron a arribar al país algunas compañías teatrales, provenientes de España, Italia y Francia, que presentaban sus obras en galerones y corrales de comedia al aire libre, como el teatro Villaseñor o el teatro Sifuentes.
En el ámbito operístico Costa Rica ha contado con excelentes cantantes en las últimas décadas, quienes han tenido carreras notables a nivel nacional e internacional.
Citando algunos, se puede mencionar a Gonzalo Castellón, Enrique Granados, Zamira Barquero, Rafael Ángel Saborío, Fulvio Villalobos, Guadalupe González, María Marta López, Elena Villalobos, Raquel Ramírez, Anayanci Quirós, Ernesto Rodríguez, Fitzgerald Ramos, José Arturo Chacón e Íride Martínez entre otros.
La literatura costarricense, aunque joven, ha producido algunos escritores de proyección internacional, cuyos trabajos han sido traducidos a varios idiomas.
En los años 1960 aparecen poetas importantes como Jorge Debravo (Nosotros los hombres, 1966), Laureano Albán, Alfonso Chase y Julieta Dobles (Costa Rica poema a poema), cuyas obras no solo critican la realidad social sino que se esperanzan en la posibilidad del cambio.
En la actualidad, la temática del café es uno de los motivos más representados en las artes, las artesanías, el folclor y la cultura popular.
Durante los bailes folclóricos, las mujeres agitan esta falda dándole mucho colorido a la interpretación de la pieza.
Se produce en cuatro zonas específicas del país: Guanacaste, el Valle Central, Limón y Puntarenas, no obstante, cada provincia cuenta con su propia idiosincrasia, además la música amerindia está presente en las diversas zonas y complementa la cultura nacional.
A lo largo de la historia del país, con la inmigración, se adoptaron ritmos musicales provenientes de otros países, que se fusionaron con estilos locales para dar lugar a nuevas expresiones musicales: la mazurca, la polka, el vals, el pasillo, el corrido, la balada, el bolero, etc.
Muchos instrumentos musicales son herencia que proviene del pasado precolombino, la colonia española y la inmigración afroantillana.
Además, cada grupo religioso celebra sus festividades sagradas de acuerdo a su religión (Pascua, Janucá, Ramadán, etc).
Existen supersticiones arraigadas en la cultura popular como la práctica de magia blanca y magia negra, los agüizotes, el mal de ojo, la creencia en las limpias y los curanderos, los santos seculares (como el culto al Dr. Ricardo Moreno Cañas, por ejemplo), etc.
La mascarada tradicional costarricense tiene sus orígenes en la época colonial, relacionada con la tradición española de los gigantes y cabezudos, aunque incluye diversos elementos que se remiten al pasado precolombino, con influencias de comunidades indígenas autóctonas, lo que le da a su origen un carácter pluricultural y sincrético.
Entre los postres, destacan el dulce plantintá (plantain tart), relleno de piña o banano, y el pambón (pan negro con especias).
[31] El ritmo del Caribe lo marca el calipso, un género musical que está presente en la vida cotidiana de esta región, y se le considera la principal expresión de la identidad cultural limonense, la cual se considera una cultura rítmica.
Limón posee un crisol religioso donde destacan los protestantes (anglicanos, bautistas, metodistas), los cultos sincréticos, y el catolicismo.
Entre los cultos sincréticos, se menciona la existencia de logias (hermandades), así como la pocomía (similar al vudú, ya extinta) y la creencia en el Obeah (hombre con poderes sobrenaturales que hace las veces del chamán, brujo o curandero).
suonare: sonar, significa fracasar o golpear), entre muchos otros),[37] así como herencias fonéticas de gran importancia.
En cuanto al teatro, este recibiría importantes aportes de Carlos Gagini (Don Concepción: juguete cómico en un acto, 1902), Alfredo Catania (Puerto Limón, 1978) y Leda Cavallini (Pinocho, 1989), junto con destacados intérpretes como Ana Poltronieri.
De especial importancia son los aportes a la cocina costarricense: todo tipo de pastas que se consumen actualmente con mucha frecuencia (espaguetis, fetuchini, caracolitos, ñoquis, ravioles, tallarines, calzone, focaccia, canelones y lasaña, entre muchísimas otras), reposterías (lazos, rosquetes, panetón), lácteos (helados, queso palmito),[38] embutidos (salami, mortadela, pepperoni, salchichones) panadería (ciabattas, grissinis, obleas), el espresso para el café y todo tipo de postres, vinos y licores italianos.
Este último es una variante del arroz tradicional chino cocinado al vapor, modificado para convertirlo en un arroz frito al que se le agrega huevo, lechón, pollo, jamón, camarón y verduras, además de especias como el cebollín, apio, frijoles nacidos y chile dulce, para finalmente mezclarlo con salsa de soya o salsa china.