[12][13] Por otro lado y ya en el siglo XIX; cuando el Congreso de Viena disolvió al Reino de Italia en 1815 y Costa Rica se independizó del Imperio español en 1821, la situación migratoria seguía siendo esporádica, pese a que los nuevos gobiernos del país eran claramente favorables respecto a la inmigración europea.
[3] Pero lo que se deseaba era atraer inmigrantes europeos y la construcción de la línea férrea al Caribe sería la causa ideal para conseguirlo.
[8] Fue en este lapso de casi un siglo que la inmigración italiana se tornó en un fenómeno verdaderamente importante para el país, y perdió su estatus esporádico.
El descontento de los trabajadores italianos estalló el día 20 del mismo mes, cuando todos abandonaron sus campamentos y huyeron hacia Cartago.
Fue durante esta época que se cohesiona satisfactoriamente la colectividad italiana en el país, cuyo núcleo indiscutible fue —y sigue siendo— la ciudad de San José.
A eso se le suma el estancamiento en el flujo de inmigrantes italianos, quedando paralizado el crecimiento sostenido y floreciente que experimentó la comunidad desde finales del siglo anterior.
Hoy en día, se estima que cerca de 7.000 italianos calabreses ingresaron a la nación durante ese lapso.
[25][nota 1] Fueron los inmigrantes calabreses los que extendieron la colectividad italiana a todas las provincias y clases sociales del país.
[26] En comparación a la integración italiana en otras partes y sociedades del mundo, como en los Estados Unidos, los italocostarricenses no sufrieron de sentimientos anticatólicos o racistas preocupantes, que sí padecieron los afrocostarricenses.
", en italiano), exclamación que probablemente la población costarricense comenzó a relacionar con los inmigrantes itálicos durante su inicial arribo en masa al territorio.
[6] Las letras costarricenses recibieron importantes aportes de: José Albertazzi Avendaño, Moisés Vincenzi Pacheco, Ana Cristina Rossi Lara, Eunice Odio Infante, Rodrigo Facio Brenes, Francisco Amighetti Ruiz, José María Arce Bartolini, María Eugenia Bozzoli Vargas, Arturo Echeverría Loría, Ana Piza Escalante, Marco Retana Padilla, Edmundo Retana Jiménez, Justo Facio de la Guardia, Adela Ferreto de Saenz, Luis Ferrero Acosta, Salvador Jiménez Canossa, Orlando Sandí Peña y Guillermo Malavassi Vargas.
Otros políticos de ascendencia italiana fueron candidatos presidenciales, entre ellos: Jorge Rossi Chavarría, José Francisco Aguilar Bulgarelli, Edwin Retana Chaves, Federico Malavassi Calvo y Rodolfo Piza Rocafort.
Luego de la Revolución de 1948, serían —entre muchos otros— diputados notables de la Asamblea Legislativa:[36] Roberto Quirós Sasso, Oscar Chavarría Poli, Víctor Quirós Sasso, José Rafael Cordero Croceri, José Francisco Aguilar Bulgarelli, Cornelio Orlich Bolmarcich, Alejandro Galva Jiménez, Joaquín Garro Jiménez, Ricardo Román Román, Adelina Zonta Sánchez, Álvaro Torres Vincenzi, Florentino Viale Marín, Rodolfo Piza Escalante, Arnoldo Ferreto Segura, Luis Antonio Monge Román, Emiliano Odio Méndez, Emiliano Odio Madrigal, Marcos Tulio Naranjo, Yolanda Calderón Sandí, Benjamín Muñoz Retana, Óscar Aguilar Bulgarelli, Carlos Rivera Bianchini, Claudio Vinicio Carvajal Orlich, Omar Corella lzquierdo, Hernán Fournier Origgi, Frantz Alberto Acosta Polonio, Irene Urpí Pacheco, Janina del Vecchio Ugalde, Rita Cháves Casanova, Luis Alberto Rojas Valerio, Agnés Gómez Franceschi, Aracelli Segura Retana y Franklin Corella Vargas.
Finalmente, otros políticos ítalocostarricenses destacados, que ocuparían altos cargos en el gobierno central, en gobiernos locales, en una empresa estatal o en un partido político, son: Andrés Lippa Chaves, Bruce Masís Dibiasi, Jorge Pattoni Sáenz, Carlos Segnini Villalobos, Luis Felipe Arauz Cavallini, Eduardo Trejos Lalli, Leonardo Garnier Rímolo, Mauricio Boraschi Hernández, Maristella Vaccari Gil, Álvaro Coghi Gómez, Bruno Stagno Ugarte, Mónica Segnini Acosta, Francisco Dall'Anese Ruiz, María Elena Carballo Castegnaro, Velia Govaere Vicarioli, Osvaldo Pandolfi Rímolo, Francisco Dall'Anese Álvarez, José Santos Lombardo, Yolanda Ingianna Mainieri, Catalina Coghi Ulloa, Alberto di Mare Fuscaldo, Freddy Garro Arias, Montserrat Solano Carboni, Dagmar Facio Fernández y Carlos Viale Fallas, entre muchos otros.
Existen también muchos otros exitosos académicos científicos como: José Francisco di Stefano Gandolfi, Aldo Ramírez Coretti o Luis Alberto Fournier Origgi.
[42][43] Paralelamente es destacable el aporte de Bruno Lomonte Vigliotti en la inmunología costarricense, siendo también un reconocido académico y ganando el Premio Nacional Clorito Picado en 1986.
[47] Son igualmente remarcables los aportes médicos de Carlos Collado Martínez, quien se desempeñó durante la Segunda Guerra Mundial;[48] Esteban Corti Rocca, reconocido doctor en la época colonial costarricense,[49] o Luis Guillermo Parini Brenes.
La religión predominante en Costa Rica es la católica, condición que facilitó enormemente la integración de los inmigrantes italianos y su descendencia en la sociedad del país.
Cuando comenzó la entrada masiva de calabreses, muchos tenían la solvencia económica para establecer prósperos negocios en Costa Rica, por lo que no tuvieron mayor dificultad para integrarse en la aristocracia criolla del país, y otros se adaptaron o se dieron a conocer de manera satisfactoria en el ambiente laboral gracias a sus habilidades, logrando tiempo después establecer sus negocios.
[51] Es así, como durante las primeras décadas del siglo pasado los inmigrantes italianos consolidan un floreciente comercio, principalmente en el Valle Central.
[55] Hoy en día, existen multitud de ítalocostarricenses que son exitosos empresarios, como: Jorge Pattoni Sáenz, Mónica Segnini Acosta, Giovanni Cardullo, Paola Alvarenga, los Poma, los Zanellato y los Lavazza, entre muchos otros.
[56] Durante los momentos de la inmigración masiva hacia Costa Rica el país era una joven nación, con una identidad tenue, maleable y poco consolidada.
[23] Por su parte, en esas comunidades cotobruseñas se imparte el idioma italiano en la educación pública regional, y por todo el país hay multitud de colegios que también enseñan la lengua como materia optativa.
Igualmente, se crearon platos criollos propios de los italianos en Costa Rica, adaptándose a la disponibilidad alimentaria local.
[59] Los macarrones son —por amplia mayoría— los más populares, principalmente los que se consumen con achiote, tomate y carne de cerdo en trocitos.
Otros platos preferidos son la sopa de fideos, los fetuchini, los caracolitos, los ñoquis, los tallarines, el calzone, la focaccia, los canelones y la lasaña.
[61] En cuanto al consumo de postres, son bastante populares: los gelatos, el helado napolitano, el tiramisú, los lazos, los rosquetes y, en época navideña, el panetón.
En cuanto al teatro, este recibiría importantes aportes de Carlos Gagini (Don Concepción: juguete cómico en un acto, 1902), Alfredo Catania (Puerto Limón, 1978) y Leda Cavallini (Pinocho, 1989), junto con destacados intérpretes como Ana Poltronieri.
Ya para el año de 1984 esta era reconocida por el gobierno italiano y agregada al programa comercial del Sistema Italia.
[65] Por otro lado, en San Vito se encuentran el Liceo Bilingüe Ítalo-Costarricense y el Centro Cultural Sanviteño Dante Alighieri que tiene un museo itálico con información histórica sobre la inmigración italiana.