Se utilizó masivamente, siguiendo las modernas técnicas de propaganda para conseguir una presencia abrumadora en todos los ámbitos públicos y privados: banderas, escudos, efigies, monumentos, sellos, medallas, insignias, uniformes y distintivos de todas clases.
La ausencia de crítica interna (prohibida la oposición y hábilmente gestionados por el Generalísimo los contrapesos entre las distintas familias del régimen) produjo desde muy temprano un verdadero culto a la personalidad del Caudillo.
[cita requerida] La parafernalia simbólica del franquismo se originó durante la Guerra Civil (1936-1939), tras su exaltación a la jefatura del Estado, adoptando en buena medida la desarrollada en los años anteriores por Falange Española de las JONS, a la que se sumó la de los tradicionalistas o carlistas, y la propia del Ejército (sobre todo de algunos cuerpos particularmente vinculados a Franco, como la Legión Española).
Sin embargo, los sublevados pronto advirtieron en el terreno operacional la confusión que se creaba a la hora de distinguir sus unidades de las del bando gubernamental, especialmente en los combates aéreos y navales.
Curiosamente, no se hizo referencia ni a las dimensiones ni al escudo, de manera que las fuerzas sublevadas emplearon multitud de escudos distintos.
[6][7] El escudo entonces representativo del bando sublevado y de su ideología, popularizado como el «escudo del águila», sería impuesto al término del conflicto como escudo nacional de España vigente, incluso tras algunos ligeros retoques técnicos aprobados en 1945, no solamente durante el periodo del régimen franquista propiamente, sino también durante el periodo de la Transición democrática hasta 1981, si bien que con ciertas modificaciones de valor simbólico aprobadas en 1977.
Este era el Águila de San Juan que Isabel la Católica incorporó como soporte al escudo por la devoción al evangelista con la que la soberana añadió el lema sub umbra alarum tuarum protege nos («protégenos bajo la sombra de tus alas»).
[12] Atribuidos en su conjunto erróneamente a Antonio de Nebrija, a quien según Menéndez Pidal solo le correspondería la creación del lema Tanto Monta, su interpretación ha sido objeto de diversas conjeturas por distintos autores[13] muchos de los cuales se refieren a explicaciones fantásticas o leyendas infundadas.
Las flechas por su parte fueron representadas en un número variable, pero siempre apuntando hacia abajo.
Sánchez Mazas volvía a recordar la intencionalidad simbólica asociando el haz de flechas a un vocablo propio del campesinado, que incluso inspiró un cuento tradicional: el del padre que al morir manda a sus hijos mayores partir un haz, cosa imposible, mientras que el hijo pequeño lo consigue fácilmente quebrando las espigas de una en una.
La moraleja es que, permaneciendo unidos como el haz, serán invencibles.
El mismo Alejandro Magno sacó su espada y lo cortó exclamando «nihil interest quomodo solvantur» (poco importa cómo desatarlo), expresión que se tradujo en el aún utilizado "monta tanto tanto monta".
Según la leyenda, al emperador Constantino en sus sueños, la noche anterior a la batalla del Puente Milvio, se le apareció el crismón junto a las palabras de «In hoc signo vinces» («Con este signo vencerás»).
El estandarte, la bandera que fue izada en residencias oficiales, acuartelamientos y naves de la Armada, consistió en una enseña cuadrada con los elementos mencionados.
[28] Son las representaciones escultóricas que existen de todo tipo del dictador: eran bustos, estatuas ecuestres, etc., que, durante el régimen, se colocaban en las plazas o lugares emblemáticos de muchas ciudades españolas.
En muchos municipios se ha optado por trasladar este tipo de monumentos a los cementerios, y en algún caso se han reconvertido en homenajes a los «caídos» de ambos bandos.
De este modo, quedan expuestas al público que pueda acceder a estos monumentos y placas que se encuentran invadidos por el deterioro o son objeto de vandalismo.
Otros pueblos y ciudades que mantuvieron nombres semejantes durante décadas en honor al dictador fueron El Ferrol del Caudillo desde 1938 a 1982 (ahora Ferrol, en La Coruña), Barbate de Franco desde 1940 a 1998 (ahora Barbate, en Cádiz), Bardena del Caudillo desde 1959 a 2008 (ahora Bardenas,[49] perteneciente al municipio de Ejea de los Caballeros, en Zaragoza) y Villafranco del Delta –desde 1956 hasta 2003– (ahora Poblenou del Delta, pedanía de Amposta en Tarragona), aunque los retiraron tras la recuperación de la democracia.
Fueron utilizados asimismo como iconos franquistas las efigies y nombres de personajes como José Antonio Primo de Rivera, Ramiro Ledesma, Onésimo Redondo, José Calvo Sotelo, etc., aunque su relación con el régimen de Franco no pudo ser personal —no les dio tiempo, ya que murieron antes o durante la guerra; el mismo José Antonio, que estaba encarcelado, se opuso al Alzamiento Nacional y a formar parte de la conspiración previa—.
Cuando se utilizó la aviación contra ellos, el cuartel cayó, siendo prácticamente destruido.
El pueblo quedó totalmente en ruinas, y tras la guerra Franco ordenó dejar el pueblo sin reconstruir como símbolo de lo acontecido en el lugar y ordenando levantar una inscripción con un fragmento de un discurso en torno al heroísmo belchiteño y el sacrificio entre otros del alcalde y de la mayoría de la gente del pueblo, fallecidos en combate.
Este asedio y liberación fueron hábilmente utilizados por Francisco Franco para asegurar su predominio entre sus propias filas, y que dio nombre al principal periódico ultra El Alcázar, que aunque en principio era un diario convencional nominado así por lo emblemático de toda su historia.
Para propiciar la adhesión o al menos la satisfacción popular se estableció una «paga extraordinaria del 18 de julio» como gratificación obligatoria a añadir a todos los salarios.
[65] En años posteriores, se eligió esta fecha para realizar atentados mortales contra Santiago Brouard (1984) y posteriormente contra Josu Muguruza (1989), destacados miembros de Herri Batasuna, la vertiente política del grupo terrorista ETA.
Como de seguro tal perspectiva no halaga a ningún buen militante, se previene a todos por esta circular, de manera terminante y conminatoria, lo siguiente: 1.
Todo jefe, cualquiera que sea su jerarquía, a quien un elemento militar o civil invite a tomar parte en conspiración, levantamiento o cosa análoga, se limitará a responder: «Que no puede tomar parte en nada, ni permitir que sus camaradas la tomen, sin orden expresa del mando central, y que, por consiguiente, si los órganos supremos de dirección del movimiento a que se les invita tienen interés en contar con la Falange, deben proponerlo directamente al jefe nacional y entenderse precisamente con él o con la persona que él de modo expreso designe.
Cualquier jefe, sea la que sea su jerarquía, que concierte pactos locales con elementos militares o civiles, sin orden expresa del jefe nacional, será fulminantemente expulsado de la Falange, y su expulsión se divulgará por todos los medios disponibles.
Como el jefe nacional quiere tener por sí mismo la seguridad del cumplimiento de la presente orden, encarga a todos los jefes territoriales y provinciales que, con la máxima premura, le escriban a la prisión provincial de Alicante, donde se encuentra, comunicándole su perfecto acatamiento a lo que dispone esta circular y dándole relación detallada de los pueblos a cuyas J.0.N.S.
Los jefes territoriales y provinciales, al dirigir tales cartas al jefe nacional, no firmarán con sus nombres, sino sólo con el de su provincia o provincias respectivas.
Detrás: Y, a la vuelta de unos años, como reacción, otra vez la revolución negativa.