Sin embargo, en Oriente Maximino Daya eludió su aplicación hasta que fue derrotado por Licinio, sucesor de Galerio, en 313.
El cristianismo ganó ciertamente en visibilidad a partir de ese momento», ha afirmado Tiphaine Moreau.
[9] Por su parte Vicent Puech destaca que «la libertad religiosa se encuentra así erigida en valor central mientas que hasta ese momento la fidelidad a los dioses de los antepasados constituía el fundamento de toda sociedad».
[12] Vincent Puech recuerda que «después Constantino concedió un estatuto y unos privilegios a los clérigos cristianos.
[13] Como ha destacado Paul Veyne, «la hagiografía constantiniana ulterior hizo de este acuerdo cerrado en Milán y de las instrucciones complementarias un edicto en toda regla, cuyo mérito correspondería en exclusiva a Constantino.
Esto le brindó al cristianismo un estatus de legitimidad junto con la religión romana.