Al día siguiente este sustituyó el águila imperial por el crismón o labarum y ganó la batalla.
Consiste en un anagrama, de color rojo, que combina las letras V, I, C, T, O y R dispuestas a criterio del pintor.
Existe la creencia de que en algún momento representaban la C, como una luna, lo que en heráldica se denomina un creciente, aunque muy estilizada, aludiendo al blasón distintivo del papa Benedicto XIII de Aviñón (el Papa Luna, 1394-1423), como agradecimiento por los privilegios concedidos a la Universidad.
Desde Salamanca se difundieron por toda la Monarquía Hispánica adquiriendo diferentes significados en función del lugar.
Así se encuentran por ejemplo en Ciudad Rodrigo,[7] en Sevilla, en Valencia, Plasencia, Trujillo,[8] Lima o Arequipa.