Se creó en 1663, bajo el reinado de Luis XIV como premio anual que se concedía a jóvenes pintores, escultores y arquitectos que debían demostrar sus habilidades en un duro concurso por eliminatorias con sus compañeros.El premio consistía en una estancia de cuatro años, con cargo al rey, en la Academia Francesa en Roma, fundada por Colbert y Lebrun en 1666 y que estaba en el Palais Mancini; la estancia podía ser prolongada si el director de la institución lo juzgaba útil.Los estudiantes competían a veces durante varios años consecutivos, sufriendo grandes depresiones si no ganaban.Además pueden ser artistas o especialistas destacados de más materias, como historia del arte, arqueología, literatura, escenografía, fotografía, cine, vídeo e incluso cocina.Desde comienzos del siglo XX, el primer laureado solo residía dos o tres años en la Villa Médici.Y en un pasado más reciente, se recuerda que «Maurice Ravel no consiguió nunca el Premio de Roma».