Fuertemente marcado por el traumatismo del genocidio hitleriano, y en general por el peso de los sufrimientos y los desamparos humanos, de la espiritualidad cristiana (aunque Jeanclos se derive de una familia judía), y del espesor de la ternura interindividual (una de sus obras se llama elogio de las caricias) su obra desprende sin embargo una serenidad extraña.En su aspecto, su arte está fuertemente influido por las antiguas estatuas etruscas de tierra.Por otra parte, la inmensa mayoría de sus obras están hechas de tierra gris, material que no contribuye a dar un poder de emoción en particular.Su trabajo es precioso y frágil, lo que el artista mismo presenta como una influencia del budismo Zen.Sus personajes, de caras lisas, y cráneos calvos, están vestidos de telas extrañas, sábanas de camas, o mortajas, a veces harapos.