Nápoles fue incorporado a la corona de Aragón como virreinato, en cuya condición quedaría hasta 1707.
A finales del siglo XV, en pleno Renacimiento italiano, el conglomerado de reinos, repúblicas, principados y ciudades estado que coexistían en la península itálica, al igual que los países del entorno, estaban inmersos en las guerras italianas, una serie de conflictos a varias bandas en los que las alianzas entre los distintos participantes cambiaban en función de intereses inmediatos.
[8] Por su matrimonio con Isabel la Católica, Fernando contaba con el completo apoyo de la corona de Castilla, con la que Aragón mantenía en común la hacienda real, el ejército y la política exterior.
Antes de proceder a una conquista militar, Luis XII evitó el error cometido por Carlos VIII en 1495-96, cuando su ejército fue expulsado de Nápoles por los aragoneses, y buscó una alianza con éstos como la única potencia que pudiera hacerle frente en la zona.
[11] Una vez hecha pública la alianza contra Federico, este decidió preparar la defensa con la única ayuda de los Colonna, pero la inferioridad militar de sus fuerzas no le permitió sostener su posición mucho tiempo.
Gaeta y Aversa se rindieron, al igual que Nápoles, defendida por Próspero Colonna.
Fernando fue enviado a España como rehén, contra el juramento de dejarle marchar hecho por Córdoba.
Pronto surgieron las desavenencias entre Francia y Aragón por la interpretación del reparto establecido en el tratado de Granada.
Tres días después se intentó nuevamente un acuerdo pacífico[24] que tampoco llegó a fructificar.
En octubre Hugo de Cardona llegó con sus tropas desde Roma, donde había estado sirviendo a César Borgia, a Calabria; poco después de su llegada liberó el asedio al que estaban sometidos los españoles en Terranova.
[38] Mientras en Italia seguía la guerra, en las cortes de Francia y España intentaba ajustarse la paz.
[43] El propio Aubigny, cercado en Angitola, sería hecho prisionero un mes más tarde.
[44] Con estos refuerzos unidos a las tropas de Tarento, el Gran Capitán preparó la batalla frontal con los franceses que en los meses anteriores había estado eludiendo.
[46] Con la noticia de las victorias españolas, casi todo el reino se puso bajo la obediencia del Gran Capitán.
[47] Capua, Aversa y Nápoles se declararon españolas, siendo asediados los franceses en sus respectivos castillos.
[55] Decidido a recomponerse de las pérdidas sufridas en Italia, Luis XII inició la campaña del Rosellón atacando la frontera franco-española.
Jean de Rieux con su ejército avanzó en septiembre desde Narbona sobre Salses, en el Rosellón.
La opinión general en Europa era que España aprovecharía la crisis francesa para avanzar hacia el norte y llegar hasta las fronteras de los Alpes, pero Fernando el Católico descartó esta opción, habida cuenta de los gastos económicos[59] y el cansancio producidos por tres años de guerra.
Según las condiciones del acuerdo, Francia y España mantendrían la paz durante tres años, se reanudarían las relaciones comerciales entre ambos, excepto en Nápoles, y los españoles tendrían libertad para acometer contra los reductos rebeldes que subsistían en Nápoles.
A lo largo de la primera mitad del siglo XVI ambos países seguirían enfrentados intermitentemente en el transcurso de las guerras italianas, aunque las tropas francesas no llegarían a penetrar en territorio napolitano.