Al año siguiente las tropas francesas penetraron en territorio napolitano desde el norte, mientras las españolas lo hacían desde el sur; Federico I fue derrocado y su reino dividido entre Francia y la corona de Aragón.Pronto surgieron las discordias entre las dos fuerzas ocupantes por la interpretación del tratado, que había dejado sin definir a quién pertenecía exactamente la franja intermedia que separaba las posesiones de ambos.Durante los primeros compases de este enfrentamiento, las fuerzas francesas avanzaron en dirección sur ocupando la parte que en el tratado de Granada había correspondido a los españoles, que fueron reducidos a unas pocas plazas en Calabria y Apulia.Uno de éstos quedó muerto,[5] otro más malherido, y los restantes rendidos.Cuatro días después el pago de los 1.300 ducados (100 por cada francés) fue satisfecho, y los caballeros liberados.