Físicamente, es un resplandor brillante blanco-azulado, que en algunas circunstancias tiene aspecto de fuego, a menudo en dobles o triples chorros surgiendo de estructuras altas y puntiagudas como mástiles, astas, vergas, pináculos y chimeneas.
El fenómeno, que puede advertir de un relámpago inminente,[2] los marineros lo miraban con asombro y, a veces, se lo consideraba un buen augurio.
Se requiere un campo eléctrico local de aproximadamente 100 kV/m para comenzar una descarga en aire húmedo.
Los puntos afilados bajan el voltaje necesario porque los campos eléctricos están más concentrados en áreas de alta curvatura, por lo que las descargas ocurren preferentemente y son más intensas en los extremos de los objetos puntiagudos.
[10] Como comenta el explorador británico George Dixon en su libro de 1789 A voyage Round the World, los marineros ingleses en cambio en ocasiones atribuían este fenómeno a un duendecillo al que llamaban Davy Jones.
En estos últimos era muy peligroso ya que muchos de ellos se cargaban con hidrógeno, gas muy inflamable, y podían incendiarse, tal como ocurrió en 1937 con el dirigible Hindenburg.
[22] En la China Ming del siglo XV, el almirante Zheng He y sus asociados compusieron las inscripciones Liujiagang y Changle, los dos epitafios de los viajes del tesoro, donde hicieron referencia al fuego de St.
Se refiere al viaje realizado por Mikołaj Krzysztof "el Huérfano" Radziwiłł en 1582-1584.