Sin embargo, esta percepción llevó a subestimar la resistencia que podría ofrecer Buenos Aires, la capital del virreinato.[19] El plan propuesto por Miranda en 1783 consistía en que 4000 ingleses ocuparían Buenos Aires mientras otras unidades atacarían las costas chilenas y luego avanzarían sobre el Perú.El principal interés estaba colocado sobre la extracción de metales preciosos, con los cuales la metrópoli financiaba sus guerras y alianzas.En cambio, Inglaterra transitaba el camino hacia la industrialización y, por tanto, crecía allí la demanda de productos primarios.Por otro lado, si bien esta medida no logró contener el contrabando, fue un antecedente para el crecimiento económico de la capital virreinal: sólo entre 1800 y 1807, los ingresos del Cabildo se multiplicaron por catorce.Las guerras napoleónicas no solo repercutieron en Europa sino que también tuvieron consecuencias en América y en la región del Plata.Esta medida volvió a alentar las necesidades del Reino Unido de consolidar y asegurar sus intereses en el Nuevo Mundo.Esta política se veía severamente perjudicada por las trabas que imponía España y las alianzas cambiantes entre las potencias europeas.Además del entrenamiento se les prestó alojamiento, alimentos, cuidado sanitario y un salario de 4 reales mensuales per cápita.Los cuerpos militares del virreinato habían sufrido muchas bajas en los últimos tiempos, en particular, durante la sublevación indígena liderada por Túpac Amaru II.Sin embargo, la única respuesta que obtuvo fueron unos cuantos cañones y la sugerencia de armar al pueblo para la defensa.El mismo día se dispuso enviar a esa zona al subinspector del ejército, coronel Pedro de Arce.Juan Martín de Pueyrredón, en nombre del Cabildo, intervino para que Beresford aclarara expresamente que la situación de los esclavos no se modificaba y Castelli tuvo varias conversaciones con el gobernador relacionadas con el posible apoyo inglés para lograr una mayor autonomía.Se organizaron varios grupos clandestinos que planeaban atacar el fuerte, residencia temporal de Beresford, con explosivos caseros.Retomada la ciudad, la Real Audiencia de Buenos Aires asumió el gobierno civil y decidió entregar la Capitanía General a Liniers.Popham fue juzgado por una corte marcial británica por haber abandonado su misión en cabo de Buena Esperanza pero su castigo se limitó a ser «severamente amonestado».Los británicos aprovecharon la oportunidad para asaltar al corsario desembarcando cuatro embarcaciones livianas que izaron Bandera Negra.Pocos días después, arribó a Londres el botín obtenido durante la primera invasión, que fue paseado en carretas por la ciudad y festejado por sus habitantes.El coronel Vasall fue nombrado gobernador, quien liberó a la población cautiva y devolvió al pueblo algunos de los objetos robados durante el saqueo inicial.Estas fuerzas desembarcaron a unos 35 km de Colonia y quedaron inmovilizadas al no recibir el apoyo logístico prometido por el virrey Sobremonte.Cabe acotar que en esa ocasión los milicianos del cuerpo de Patricios se negaron a cargar la artillería en los barcos.Los soldados le recordaron permanentemente dicho pago, e incluso llevaron las quejas por arriba de Saavedra asumiendo que este lo había omitido.Los mismos comerciantes montevideanos pidieron al virrey que la ciudad no fuera sitiada para favorecer el intercambio comercial.En ese momento aparecieron los capitanes Saturnino Rodríguez Peña, secretario privado de Liniers, y Manuel Aniceto Padilla con dos soldados.Al no lograrlo, rechazó la oferta de comandar la expedición a la capital virreinal y se embarcó hacia Londres.Mientras tanto, había llegado al virreinato la resolución de la corte española declarando a Ruiz Huidobro virrey interino.El ejército británico avanzó con dificultades los cincuenta kilómetros que separaban el lugar escogido para el desembarco[46] y la capital.Miles, los vecinos en la calle San Pedro arrojaron sobre las cabezas de los famosos "casacas rojas" del Regimiento de infantería N° 88, piedras y líquidos hirviendo, los que serían según algunos autores agua,[47] o más frecuentemente se menciona aceite, o grasa vacuna derretida, la cual era muy económica, y estaba disponible para freír alimento en todas las casas.También se enviaría una expedición militar a México, cuya antesala serían ofensivas contra Pensacola y Nueva Orleans para dominar el valle del río Misisipí.[64] Curiosamente, estos planes terminaron llevados a cabo por José de San Martín y Simón Bolívar con apoyo londinense.
Invasiones inglesas a Buenos Aires, pintado por
Madrid Martínez
, litografía de 1807 con el texto:
Reconquista de Buenos Aires por el capitán de navío D. Santiago Liniers, haciendo prisionera a la guarnición inglesa con su comandante Beresford. Vuelve la escuadra británica en 1807 a atacar con empeño la misma plaza, y es rechazada por el valor de nuestros marinos y soldados.